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Si usted pensaba que los pedos son 'patrimonio' animal universal está confundido. No todo lo que tiene vida produce flatulencias y las vacas no se ... tiran pedos. Al menos, no grandes pedos masivamente contaminantes. 'Las vacas no se tiran pedos'. Así se titula el monólogo de uno de los participantes en las interesantes disertaciones científicas que anoche acogió la Fábrica de Hielo, preámbulo a la Noche Mediterránea de la Investigación que se celebra este viernes en todo el mundo.
El autor de la afirmación es Fernando Estellés, del Insituto de Ciencia y Tecnología Animal Animal de la Universitat Politécnica de Valencia (UPV). Empecemos por el principio: ¿Quién osa decir que las vacas se tiran pedos y con qué clase de preocupación ante el vacuno gas?
«Hay una vorágine informativa alrededor del impacto ambiental de las ganaderías y mucha preocupación por el metano que pueden emitir las vacas», resume. «Se ha extendido que proviene de los pedos». Y ahora la realidad. De la mano de la ciencia: «Las vacas se tiran muy pocos pedos. Tienen cuatro estómagos. En el primero hay muchos microorganismos para digerir fibra, restos de pulpa de la naranja y otros subproductos. En ese proceso de predigestión se producen gases como el metano, pero los eructan, no se tiran pedos».
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Nuestras humanas flatulencias «también generan metano y otros gases y no dramatizamos tanto con ello». Estellés ahonda en el asunto: «En la granja también se tiran pedos los cerdos, pero con menor cantidad de metano que el que eructa la vaca». Las cabras y las ovejas, además, se comportan del mismo modo que la vaca.
El experto resitúa la preocupación en sus justos términos: «Un ecologismo mal entendido propone reducir granjas o dejar de comer productos animales para no fomentar esta supuesta contaminación, cuando el efecto de los gases de los animales es ínfimo en el problema climático». Además, «el estiércol de las granjas es uno de los mejores fertilizantes que existe y el pastoreo reduce matorrales, lo que puede frenar incendios forestales». En definitiva, que en lugar de perder el sueño por los pedos vacunos «es mucho más importante para el planeta ser más racionales en el consumo, en especial de combustibles fósiles, y cambiar el modelo energético».
Y más preocupante que los pedos de mugientes es respirar plástico. 'Respiramos plástico'. Fue el monólogo de Carlos Baeza Martínez, investigador del Hospital General Universitario de Elche. «El plástico está por todas partes. Es un material muy global y no se degrada. Se fragmenta en partículas que quedan en suspensión y acaban en nuestros pulmones», detalla. Para colmo de males, «su presencia en la atmósfera es creciente».
Hasta ahora estudios en animales y laboratorios han confirmado que pueden producir inflamación y cambios celulares con riesgo de tumores. Fisabio y el Hospital de Elche han investigado su presencia en 44 pacientes alicantinos. «Y aparecieron microplásticos en los pulmones de dos de cada tres personas estudiadas», expone el director de la investigación. «Están más presentes en mujeres que en hombres, en personas de más de 60 años, en fumadores y en personas que trabajan en construcción, carpintería o fábricas de calzado», alerta el científico.
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