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Los narcos han conquistado el puerto de Valencia, el corazón logístico de España, y lo han convertido en su territorio. Los duros golpes policiales que ... han recibido las redes de narcotráfico, como la última incautación de 5,6 toneladas de cocaína, han evitado la venta de millones de dosis de droga, pero tarde o temprano llegará otro alijo que no será interceptado. Las investigaciones de los agentes antidroga y el análisis de la documentación de miles de contenedores son las claves de la lucha contra los cárteles de la cocaína, las dos llaves que cierran una de las principales puertas de entrada de esta droga en Europa.
Millones de contenedores
Los últimos datos sobre movimientos de mercancías evidencian que el puerto de Valencia ha reafirmado su crecimiento y ya es el cuarto de Europa, adelantando al griego de El Pireo y por detrás de Rotterdam, Amberes y Hamburgo. Según el boletín estadístico de la Autoridad Portuaria de Valencia, el año pasado se registró un movimiento de 5.604.478 contenedores, lo que supone un incremento del 3,25% respecto a 2020. Estas cifras dificultan la detección de los alijos de cocaína, ya que gran parte de la droga confiscada llega oculta entre mercancía con documentación legal.
Eludir los análisis aduaneros
De la empresas fantasmas asentadas en Valencia en los años 90, que eran meras tapaderas para introducir droga en España, se ha pasado a un método de envío más barato, sencillo y sin intermediarios: el gancho perdido. Este procedimiento delictivo, conocido también como gancho ciego o 'rip-off', consiste en ocultar la cocaína en un contenedor con mercancía legal en el país de origen, sin el conocimiento del exportador ni del importador, para luego retirar la droga en el puerto de destino antes de que el cargamento llegue al final de la ruta. De este forma, los narcotraficantes pretenden eludir los análisis que realizan los servicios aduaneros para detectar los envíos de cocaína.
Trabajadores portuarios
Una vez que el alijo llega al puerto de destino, ¿cómo sacan la cocaína del contenedor? Para esta arriesgada acción, los narcos captan a trabajadores portuarios. Algunos de ellos comienzan a formar parte de la banda desde el primer rescate, como llaman a la acción de extraer la droga del contenedor, y son los encargados de forzar la puerta y cambiar el precinto metálico. Suelen actuar casi siempre de noche, provistos de una cizalla, y pueden cobrar entre 10.000 y 30.000 euros por cada rescate de cocaína. Sus grandes aliados son la amplitud de las terminales de depósito, los muchos recovecos para esconderse entre las montañas de contenedores y la falta de cámaras de vigilancia en algunos puntos de los recintos portuarios.
Las últimas operaciones antidroga realizadas en Valencia se han saldado con detenciones de trabajadores portuarios que habían cobrado grandes cantidades de dinero por sacar la cocaína de los contenedores. Entre los arrestados hay estibadores y transportistas que conocen bien las instalaciones, las ubicaciones de las cámaras, los horarios de los vigilantes y los cambios de turno de los guardias civiles y policías portuarios que realizan los controles.
Infraestructura delictiva
Los cárteles de la droga sudamericanos tienen conexiones en la Comunitat Valenciana. La Guardia Civil y la Policía Nacional han desmantelado en los últimos años varios grupos delictivos que utilizaban empresas de transporte para distribuir la cocaína en camiones con mercancía legal. La operación 'Bull' se saldó este año con la desarticulación de una banda liderada por dos hermanos valencianos que introdujeron 3.500 kilos de cocaína en España, según las investigaciones de la Policía Nacional.
Los cuatro individuos detenidos en la operación crearon una infraestructura con empresas aduaneras y de transporte en Albal, Algeciras y Arnedo para traficar con cocaína. Los hermanos realizaban importaciones de contenedores desde Sudamérica, principalmente Ecuador, para camuflar la droga entre la mercancía legal. El juez bloqueó a los presuntos narcotraficantes más de 100 propiedades entre casas, vehículos y embarcaciones, cuyo valor total aproximado asciende a cinco millones de euros, así como 27 cuentas bancarias.
Laboratorio de cocaína
Otro ejemplo de infraestructura criminal fue el laboratorio de droga desmantelado por la Guardia Civil y la Policía Nacional en 2019 en un criadero de champiñones en Llombai. Un grupo de traficantes fabricaba hasta 100 kilos de cocaína a la semana en una casa de campo tras montar en el sótano una cadena de producción con tres fases: extracción, elaboración y empaquetado.
Los agentes antidroga localizaron el laboratorio tras averiguar que la droga llegaba oculta en contenedores con mercancía legal. Los narcos mezclaba el clorhidrato de cocaína con carbón vegetal para evitar que los agentes aduaneros detectaran la droga, y luego la extraían y procesaban en antiguo criadero de champiñones.
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