«¡Han matado al 'Rabassa'!», es la frase más repetida entre los vecinos del municipio valenciano de Faura. La muerte violenta de Antonio G.R. ... el pasado domingo no ha dejado indiferente a nadie. Los residentes de la población encontraron el cuerpo sin vida del hombre de 50 años a unos 500 metros de la localidad. Estaba repleto de heridas de arma blanca.
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«Los vecinos de Faura tenemos miedo. Nunca había pasado algo así», confiesa una vecina que prefiere no revelar su identidad. Al parecer, el sábado lo vieron en la puerta de su casa a las 22 horas. Se bajó de un coche plateado junto a otro hombre desconocido. Nadie observó nada raro en su actitud. 'El Rabassa' (como lo apodaban en Faura) era muy conocido entre sus vecinos.
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Uno de sus amigos enseña su última hora de conexión en WhatsApp: las 23.55 del pasado sábado. Los testigos lo sitúan en la verbena de Quartell que se celebró esa noche. Pero ahí se perdió el rastro de Antonio. Las próximas noticias que tuvieron suyas es que había aparecido en el camino de tierra acuchillado.
Nadie se explica qué pudo suceder. El fallecido vivía solo. Su madre estaba en una residencia de ancianos. Su padre ya había muerto y sus tres hermanos no vivían en el pueblo. Estaba soltero y se dedicaba a la agricultura. Recogía naranjas en el campo y las vendía. Uno de los residentes destaca que Antonio tuvo problemas con las drogas, una información que podría ser una pista del móvil del crimen. Aunque según las declaraciones de los residentes, se trataban de problemas del pasado y ya había conseguido rehabilitarse.
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Es 1 de abril y los residentes aprovechan la festividad para reunirse en el merendero. Con una población cercana a los 4.000 habitantes, todos se conocen en la localidad. Entre el humo de las brasas, los residentes recuerdan a Antonio. Unas mujeres que estudiaron con él siguen demasiado conmocionadas para poder hablar. «Esto nos ha trastocado por completo», comentan.
Acostumbradas a la tranquilidad de su pueblo, se sienten inseguras en su hogar. Los municipios tan pequeños se conocen por su libertad. Los niños salen a jugar sin la supervisión de los padres. Con el gran sentimiento de independencia que les genera criarse lejos de la urbe. No ocurrirá lo mismo después del presunto homicidio de Antonio G. R. «Los padres lo hemos estado hablando y hemos decidido que hasta que no pillen al que lo ha matado no dejaremos a los pequeños sueltos», comentan las mujeres. Todos temen que el causante de la muerte de 'el Rabassa' sea uno de sus conocidos.
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Muchas preguntas y ninguna respuesta. Por el momento la Guardia Civil no ha hecho ninguna detención en relación con el crimen y el Juzgado de Sagunto ha decretado el secreto de sumario.
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