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Clubhouse está lleno de salas y clubes con distintos temas de conversación UNDRAW

Clubhouse: la red social social en la que todo el mundo tiene algo que decir

La aplicación de audio a la que sólo se entra por invitación llega a España para revolucionar las conversaciones entre desconocidos sin fotos ni vídeos

M. Hortelano

Valencia

Domingo, 31 de enero 2021, 01:45

Una entra a Clubhouse como Scarlett Johansson y Bill Murray llegaron a Tokio. Fascinados por una ciudad sitiada por los rascacielos, sin conocer a nadie, perdidos en otro idioma y donde el único lugar donde se sentirse en casa era el bar. Todo pasa rápido en la énesima red social de la que tener que aprender de cero una nueva interfaz, un nuevo lenguaje y una nueva manera de contar las cosas. Pero todo se hace familiar a una velocidad pasmosa. Porque sí, aquí, también hay cafetería.

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ClubHouse lleva casi un año causando furor en Estados Unidos y apenas una semanas revolucionando los móviles en España. Se trata de la primera red social en la que la única manera de comunicarte con el resto de usuarios es la voz. Ni imágenes, ni vídeos ni textos. En este selecto club, al que de momento se accede por invitación de otro miembro, sólo se interactúa con audios en directo. Las conversaciones ni siquiera se almacenan, ni quedan grabadas para ser escuchadas más tarde. Aquí la vida pasa en directo, como casi todo últimamente, y con público que interactúa. Una especie de walkie talkies del siglo XXI que dan forma a miles de microemisoras de radio en las que hablar de los temas más variados: desde el empredimiento, a la cocina, pasando por el tarot, los animales o las series. La diferencia es que en estos programas, los oyentes pueden opinar en tiempo real y la mayoría de los que hablan, por ahora, son expertos de gran nivel en su campo.

La pandemia ha puesto casi imposible la opción de conocer a gente nueva con la que poder entablar una conversación, más allá de fugaces intercambios en el autobús o charlas esporádicas en la cola de un comercio, a metro y medio de distancia. Las tertulias están en extinción al otro lado del ordenador y Clubhouse ha venido a poner remedio a la falta de nuevos temas generados en un día cualquiera en una cafetería, concierto o cola de baño.

Interfaz de Clubhouse LP

Una vez dentro, lo primero es buscar a alguien con quien hablar, o más bien, a quien escuchar. Problemas de todo 'early adopter'. Aunque los contenidos en español son todavía minoritarios, el crecimiento de usuarios está siendo exponencial a medida que nuestros contactos van recibiendo invitaciones de quienes los apadrinan. Al entrar, nos encontramos con una especie de gran edificio imaginario con un gran pasillo que da acceso a miles de salas en las que hablar, debatir o simplemente escuchar conversaciones sobre un determinado tema. A los novatos, todos aquellos que llevamos menos de una semana en la aplicación, nos colocan un icono de un gorrito festivo en nuestra foto de perfil, a modo de L de la autoescuela, para que los que ya dominan la herramienta puedan ayudarnos a no interrumpir las charlas o a pedir la palabra si queremos aportar nuevas ideas. En nuestra biografía, como en todas las redes sociales actuales, tenemos que luchar contra un algoritmo que determinará qué tipo de contenidos nos mostrarán con más frecuencia y en qué grupo cree la aplicación que encajaremos más. Truco para novatos: no añadir emoticonos a nuestra descripción al inicio de la bio y dar prioridad a las tres primeras líneas, que son las que la gente ve primero. Las palabras empleadas en estos caracteres deben describirnos y servirán para que la app nos posicione en su buscador.

Tras haber dado un paseo virtual por el pasillo de la aplicación, elegiremos una sala a la que entrar. Clubhouse se encarga incluso de elaborar un tablón de anuncios con un calendario de horarios para que tengamos un breve resumen de las conversaciones que están en activo o previstas para las próximas horas y a las que podremos apuntarnos para que nos avisen con una notificación minutos antes de que den comienzo.

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A Clubhouse sólo se puede entrar con una invitación y a través de un Iphone UNDRAW

Una vez elegida la sala, abrimos la puerta virtual y tomamos asiento. Si entramos como escuchantes veremos que el espacio se divide en varios niveles. Cuanto más arriba, más rango y más funciones podemos ejercer. Empezando por el panel de moderadores (los creadores de la sala y las personas autorizadas a moderarla) que se identifican con una chapa verde, siguiendo por el de speakers (personas que pueden ejercer de ponentes en esa conversación) y la audiencia. Los moderadores dan y quitan los turnos de palabra, tienen la capacidad de hacerte speaker y también de devolverte al grupo de la audiencia, que sólo escucha. Para pedir el turno simplemente hay que levantar la mano, de manera virtual y esperar nuestro momento. Si somos speakers, el turno se pide haciendo parpadear el micrófono. Cualquier usuario puede elegir un tema, crear su propia sala e invitar a cualquier persona o simplemente a unas cuantas de manera privada. Es decir, podemos hablar para todos aquellos que quieran venir a escucharnos o cerrar la sala y conversar, simplemente, con nuestro grupo cerrado de amigos.

Además de las salas, con una temática muy amplia y una duración diversa, hay una unidad de reunión aún mayor: los clubes. De momento, hay apenas media docena de clubes en español y para poder pertenecer a uno de ellos es necesario que sus creadores nos autoricen como seguidores o como miembros. El mayoritario es Márketing en Español. Los seguidores podrán entrar a todas las charlas del club, los miembros podrán, además, crear salas nuevas dentro del club. Un club tiene una entidad mayor, ya que agrupa distintas salas de una temática común. El club vendría a ser la Facultad en la que asistimos a nuestras clases y las salas las carreras que se pueden estudiar dentro de una misma facultad. Para crear un club es necesario rellenar un formulario dentro de la aplicación y esperar la autorización de Clubhouse. Dicen los expertos que la firma nunca aprueba nuevos clubes a personas que no hayan abierto al menos tres salas distintas a la semana, hayan recibido interacciones y lo hayan sostenido durante al menos tres semanas.

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Y, ¿qué hay en Clubhouse? Pues casi de todo. La aplicación nos permite registrarnos con un número de teléfono y siempre desde un dispositivo Apple (Iphone o Ipad, con un número de teléfono de cualquier sistema operativo). Si no tenemos invitación, podemos registrarnos igual y la empresa nos deja en lista de espera y nos reserva nuestro nombre de usuario hasta que se vayan permitiendo nuevos accesos. Cada persona puede invitar a dos más, a las que apadrina de manera visible. Así, además de generar hype, se aseguran de que el aterrizaje en cada país se haga de manera ordenada, ya que la app está aún en fase de pruebas. Dentro de Clubhouse hay tutoriales, seminarios, programas de radio, debates, clubes de lectura, grupos de ayuda, recetas o simplemente charlas entre desconocidos que quieren compartir su rutina. Las normas son sencillas: no hablar mientras lo hace otro y cumplir un mínimo código de respeto en el lenguaje. Los aplausos se hacen encendiendo y apagando el micro y las salas se abandonan en silencio, sin dar portazo. Cuando algo no te interesa o te comienza a aburrir, te vas de la sala sin dejar rastro. Por el contrario, si queremos buscar a personas que nos puedan interesar o clubes de temas que nos gusten, existe un buscador, además del propio algoritmo, que nos muestra los espacios en los que se habla de temas que están en nuestro campo de interés o están siendo protagonizados por personas a las que seguimos. No se pueden buscar salas, pero sí clubes y contactos.

En definitiva, Clubhouse es una herramienta más surgida durante la pandemia que permitirá ensanchar nuestros canales de comunicación en un momento en el que la capacidad de conocer a nuevas personas está más limitada que nunca. Hablar con un extraño o con un experto es misión imposible si no lo conocemos de antemano. Si buscan conversación o echan de menos las charlas fortuitas sobre el tiempo en el ascensor, háganse con una invitación. Están muy cotizadas. A mí, ya no me quedan.

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