M.ª JOSÉ POU AMÉRIGO
Sábado, 27 de febrero 2010, 02:13
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Hay que ver lo mucho que se aprende con la información del tiempo. Este fin de semana, aunque no sea la primera vez que oímos hablar de ello, el concepto estrella es "ciclogénesis explosiva". Nada menos. ¿Se lo ha aprendido usted? ¿Pues a qué espera! Estamos todos aterrorizados por la llegada de esa señora, la Lara Croft de las isobaras, y usted sin saber llamarla por su nombre. Repita conmigo "ciclogénesis explosiva".
A mí me suena a "peta-zeta" atmosférico gigante. Los "peta-zeta" eran una golosina de la infancia compuesta por unos cristalitos de sabor a fresa que, al contacto con la saliva, producían una pequeña explosión en la boca. Lo divertido, además, era llenarte la boca de ellos y abrirla para que todo el mundo viera la mascletà que se estaba desarrollando en ella.
Eran mis favoritos, junto a las nubes de sabor a fresa, de tal forma que cuando alguien tenía de eso, todas las demás gominolas y otros amasijos de grasas y petróleo pasaban a un segundo plano. Eran las top de las golosinas.
Por eso el nombre de "ciclogénesis explosiva", dicho así, parece una forma cursi de referire a la despertà con la que nos anunciarán las Fallas mañana por la mañana o con la que las iniciaremos a mediodía para anticipar la Cridà. ¿Acaso una mascletà no es la tormenta perfecta de la pólvora?
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Sin embargo, nuestra ciclogénesis explosiva valenciana resulta mucho más interesante, segura y apetecible que todas esas borrascas liadas con anticiclones que van enredando por la costa norte española.
La mascletà es la tormenta perfecta de verdad pues en ella todo está acompasado, previsto, calculado y reducido a unos límites de belleza sin más riesgos de los necesarios en una actividad peligrosa.
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En esos límites es en donde debe encuadrarse la celebración de la fiesta y, del mismo modo, que los meteorólogos advierten de no acercarse a un acantilado por las consecuencias que pudieran tener los vientos huracanados, en la fiesta hay protocolos que cumplir para que la tormenta sea una celebración y no una catástrofe.
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