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Absuelto de matar a dos asaltantes

El tribunal impone penas de cárcel de entre doce y diecisiete años para el grupo de delincuentes El juez mantiene que el empresario de Canals actuó en defensa propia durante el atraco al chalé

A. RALLO arallo@lasprovincias.es

Jueves, 22 de abril 2010, 10:52

Francisco Ramírez, el empresario que mató a dos asaltantes de su chalé de Canals, despertó ayer de una pesadilla. Y despertó absuelto. A las once aparecía su figura -inconfundible- en las proximidades de la Ciudad de la Justicia. Mirada al frente. En una mano, el apoyo de su hija. En la otra, la de su mujer. A las espaldas, su hijo. Una decena de cámaras le rodeaban. Una mujer soltó: «Mira, el de Gürtel, Correa y la esposa». Su bigote le jugó una mala pasada. Otros no le confundieron. Y estos no dudaron en aplaudirle.

La sala estaba repleta de personas, pero también de nerviosismo, como no podía ser de otra forma. Era una lectura de la sentencia muy esperada. Nada más escuchar el absolvemos a Francisco Ramírez de los delitos de homicidio y asesinato, se volvió. Miró a su mujer, Beatriz, y le hizo el signo de la victoria. El índice y el corazón, levantados. Su hijo, medio abrazaba a la madre. Las sonrisas se extendieron por la sala. Terminaba un calvario para una familia y se prolongaba para los asaltantes. «La justicia es lenta pero llega», explicaría posteriormente Ramírez.

El tribunal recogía la versión del empresario: actuó en legítima defensa en enero de 2006, cuando disparó a los asaltantes de su chalé. La petición de la acusación particular, que representa a las familias de los dos asaltantes que murieron en la vivienda de Canals, pedían una pena de 25 años de cárcel para el empresario.

La sentencia, de 120 folios, ha supuesto un trabajo ingente para el tribunal de la sección segunda de la Audiencia Provincial. «Extensa, intensa y densa», la definió la presidenta. Pese a la complejidad de los hechos, la multitud de acusados y delitos y la abundancia de las pruebas, goza de una elogiable claridad.

El grupo de asaltantes pasará una buena temporada en prisión. La sentencia considera que participaron alrededor de una docena de personas en el asalto al chalé de Canals. No obstante, no todos han sido juzgados. Siete sí han sido condenados, dos murieron y el resto no fueron identificados.

Los acusados fueron castigados con penas de entre 12 y 17 años de prisión por los delitos de robo con violencia e intimidación, allanamiento de morada, detención ilegal, lesiones y, en dos de los casos, por depósito de armas de guerra. Hay que tener en cuenta que los delincuentes fueron condenados por dos robos, tanto el del chalé del yerno de Ferri como la vivienda anexa, la de los porteros.

Los hechos se remontan a enero de 2006. Los asaltantes se reunieron en la avenida del Puerto de Valencia y partieron hacia el chalé de Canals. Conocían que se trataba de la vivienda de un acaudalado empresario y que podrían llevarse un suculento botín: dinero, joyas y cuadros.

Algunos de ellos se quedaron en el exterior y el resto entraron. El grupo portaba un arma de fuego, otra de aire comprimido y dos navajas, según quedó acreditado en la sentencia. Su primer objetivo fue la vivienda más pequeña, la de los caseros. Allí se encontraron al conserje, Ramón. Le ataron de pies y manos, le amenazaron y le preguntaron dónde estaba la caja fuerte del dueño de la vivienda. A continuación, salieron hacia la casa principal.

Allí, como otras muchas noches, Beatriz y Francisco cenaban mientras veían la televisión. Tal y como declaró en una de las sesiones del juicio, el propio Ramírez pensó que era una broma de su hijo y sus amigos. Pero de broma no tenía nada. El grupo ató a su mujer y se llevó al empresario primero al despacho -había una caja fuerte- y luego a la habitación principal -allí disponían de otra caja de seguridad-.

Y fue en el dormitorio, cuando la situación empezó a complicarse para los asaltantes. Francisco Ramírez, aficionado al tiro olímpico, guardaba debajo del colchón una pistola Walter P 99. Dijo que se encontraba mal -estaba tapado con un edredón- y pidió agua. Fue el momento que aprovechó para montar el arma con un cargador que uno de los ladrones había dejado en la mesita de noche tras descubrirlo en una estantería. Y disparó.

El abogado y la fiscal sostienen que lo hizo al aire. Las defensas, en cambio, contra uno de los asaltantes tras producirse un forcejeo. Quizá fuera la bala que supuestamente lleva alojada en el abdomen de Jhon Jairo, uno de los condenados.

La sentencia, no obstante, recoge que Ramírez «efectuó un disparo en su dormitorio y otros tres en las proximidades de la escalera». Estos últimos se produjeron durante el tiroteo entre Ramírez y el grupo de asaltantes. El tribunal sólo acredita que los delincuentes, en cambio, efectuaron dos disparos. El documento sigue dando la razón a la tesis mantenida por el industrial o, en su caso, no encuentra argumentos para contrarrestarla. «La localización de las heridas en los cuerpos de los fallecidos tampoco descartan la versión de Ramírez».

La sentencia no rechaza -habla de «hipótesis no descartable»- que incluso uno de los proyectiles que alcanzó a una de las víctimas fuera disparado por otro de los asaltantes, mientras repelían los disparos que desde el piso superior hacía Ramírez.

El tribunal entiende que el empresario actuó en legítima defensa. Los actos «permitían temer razonablemente a Ramírez y su esposa que su vida corría peligro». El empresario sabía que se trataba de un grupo numeroso de atracadores, que tenían armas de fuego y blancas, que eran violentos, que habían proferido amenazas de muerte...

En el relato de hechos de qué sucedió en el chalé, son dos los puntos que quedan por dilucidar. La prueba no aclara si Ramírez disparó antes de que lo hicieran los asaltantes o lo hizo después. Y tampoco se puede concretar con certeza si los delincuentes huían cuando el empresario disparó.

No obstante, lo que consta, tal y como recoge el tribunal, es que «Francisco y su esposa no tenían la creencia cierta de que el atraco había finalizado» cuando se produjo el tiroteo. De hecho, la sentencia recuerda que el matrimonio pensó que estaban «perdidos» cuando se le encasquilló el arma. Además, era «razonable» temer una «respuesta agresiva» tras el primer acto defensivo de Ramírez (disparó en la habitación).

El tribunal analiza también si el acusado incurrió en una desproporción o «exceso intensivo» en su acción para ahuyentar a los atracadores a la hora de reconocer su legítima defensa. En este aspecto no existe duda: «Cuando cogió la pistola el riesgo era grave y la posibilidad de otros medios de defensa, nula». Posteriormente, una vez se produce el intercambio de disparos, la defensa resulta «adecuada y proporcionada».

La sala admite que existen ciertas contradicciones en el relato de los hechos por parte del matrimonio de Canals. Sin embargo, en ningún caso son «indicativas, necesariamente, de alteración maliciosa del relato». Es más, las versiones resultan «similares» y en lo «fundamental coincidentes». Respecto a las contradicciones, estas se suelen producir en los testimonios cuando una persona es interrogada varias veces. No hay que olvidar que los hechos se cometieron en enero de 2006 y el juicio se celebró cuatro años más tarde, tras declarar ante la Guardia Civil y en el juzgado de instrucción.

Francisco Ramírez salió de la Ciudad de la Justicia entre algún tímido aplauso. El empresario cerró ayer una etapa. Pero todavía tiene otro frente judicial pendiente de resolución. La denuncia que presentaron contra una hermana de una de las víctimas mortales del asalto por amenazarles durante el juicio.

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