Comunitat

Los cuidadores de aeropuertos

18 halcones y águilas ahuyentan a los pájaros que se acercan a las pistas de Manises para evitar que impacten contra los aviones Las aves se convierten en el mejor sistema de vigilancia

MARÍA JOSÉ CARCHANO

Lunes, 23 de agosto 2010, 10:00

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A Félix Rodríguez de la Fuente le fascinaban los halcones. En los años 50 pocos le entendían, ya que esta ave llevaba a cuestas el apelativo de «dañina». Rodríguez de la Fuente rescató documentos medievales para recuperar el arte de la cetrería, denostada durante siglos. Y fue el naturalista más famoso de España quien intuyó que los halcones se iban a convertir en un instrumento esencial para garantizar la seguridad de los aeropuertos. Probó su adiestramiento en la base aérea militar de Torrejón de Ardoz. En 1970 introdujo esta técnica en Barajas. 30 años después de su muerte, su impronta sigue más vigente que nunca. «Tenemos el porcentaje de impactos con aves más bajo de Europa, en otros países utilizan medios electrónicos», explica Fernando Olmos, halconero del aeropuerto de Valencia.

LAS PROVINCIAS compartió una mañana entre las personas que trabajan a diario con los halcones en Manises. Su labor se justifica más todavía cuando se conocen noticias como la de hace unas semanas, cuando un avión de Delta Airlines, que despegó de Valencia camino de Nueva York recibió un impacto de una gaviota que le obligó a aterrizar de emergencia en Madrid. Y es que en los últimos meses los halconeros han tenido que emplearse a fondo con la aparición de miles de aves en el cauce del Turia. «Con nuestro trabajo le decimos a todos los pájaros situados a varios kilómetros a la redonda que no se acerquen, que éste es territorio de los halcones», dice Fernando. Sin embargo, siempre hay situaciones inesperadas, o de mayor trabajo. La época de las migraciones, los días de lluvia o cualquier cambio en los hábitats, como el del cauce del río, puede motivar su aparición.

El entrenamiento con las aves es constante, diaria. A escasos 300 metros de la pista están ubicadas las instalaciones de los halconeros, donde viven 18 ejemplares, todas ellas de un valor «incalculable. Supone un gran trabajo adiestrar a las aves para que hagan su trabajo, y cada una sabe perfectamente lo que tiene que hacer», explica Fernando. Los halcones se encargan de mantener despejadas las pistas de estorninos o palomas torcaces. A las águilas les corresponde tener las pistas libres de liebres, conejos o gaviotas. En una jaula tienen incluso urracas para comerse los huevos de las aves que nidifican por la zona.

La comunión entre el halcón y su cuidador es fascinante. Todo un lenguaje de gestos, pitidos y sonidos los mantienen en permanente contacto, aunque el ave esté a gran altura. «Ahora realiza un vuelo de marcaje. Mira, ha cogido una térmica». El halcón planea. Se deja llevar por la corriente de aire. De repente, aparece otro ejemplar de su misma raza. «Ése es salvaje. Habrá una pelea por el territorio. Pero esta lucha también nos sirve para que las aves sepan que esta zona está llena de depredadores», asegura Fernando Olmos.

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¿Por qué es tan importante el trabajo de los halconeros? «Lo fundamental es la seguridad de los pasajeros», asegura el jefe de sección de operaciones del aeropuerto de Manises, Antonio de Julián. También es importante el patrimonio de las compañías aéreas. Un impacto como el que sufrió el avión de Delta supone unas pérdidas millonarias, no sólo por el coste de la reparación sino también por los días en que el aparato está en tierra, sin volar. La compañía tuvo que utilizar otro avión para trasladar a los pasajeros a Nueva York al día siguiente.

Las toneladas de basura de Fervasa, ubicada a unos escasos cientos de metros del aeropuerto, han atraído tradicionalmente a las gaviotas, que de vez en cuando se salen de su camino desde la Albufera y aparecen por el aeropuerto. Fernando destaca, sin embargo, que es Barajas la infraestructura que más sufre la presencia de gaviotas. «Es por los vertederos, son aves carroñeras». asegura.

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Los halconeros permanecen permanentemente conectados con la torre de control. Si un piloto avisa de la presencia de cualquier ave o animal, enseguida se ponen en contacto con ellos. «Ahora nos traen de cabeza las liebres. De vez en cuando hacemos batidas porque en el aeropuerto hay muchas». Sin embargo, es inevitable que, de vez en cuando, se escape alguna.

Puede que sea, además, el único aeropuerto que linde con un campo de golf, el de Manises, donde siempre hay aves más pequeñas. Fernando Olmos reconoce que es un trabajo vocacional. «Y no todos los cetreros sirven. Aquí no cazamos, ahuyentamos a los animales. Tenemos que pensar siempre en los viajeros».

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