OLÉ POR EL OPTIMISMO ESPAÑOL

Los españoles solemos participar de la malsana costumbre de despreciar nuestro carácter, subestimar nuestro potencial y ensañarnos con esas particularidades del temperamento patrio que hacen a este país different. Como siempre nos hemos creído la fea del baile en ese mosaico llamado Europa, nos cuesta sobremanera ensalzar aquellas virtudes que, a pesar de lo que diga Pérez-Reverte, forman parte de nuestro ADN. Hace falta que venga alguien de fuera para recordarnos que no somos tan malos, ni tan raros, ni tan holgazanes como nos gusta proclamar. Ello sin dejar de reconocer que tenemos una forma de vivir, pensar y actuar, que en ocasiones roza el esperpento.

Hace unas semanas asistí a una clase magistral que impartió un excelente profesional americano afincado en nuestro país desde hace más de una década. Mr. Paul Fleming interrogó al auditorio intentando comprender ese permanente complejo de inferioridad cuyo lastre arrastramos desde hace demasiado tiempo. Nos pidió entonces que expusiésemos tres cualidades de nuestra idiosincrasia. Al principio costó, ninguno de los alumnos se aventuraba a defender el maltratado carácter made in Spain, pero conforme avanzó la clase, la cosa se fue animando hasta llegar a definir los tres rasgos principales que imprimen diferencia a esta tierra. Talento, creatividad y cercanía, son las características comunes a este carácter nacional que la mayoría de veces olvidamos que tenemos. Sin caer en un necio entusiasmo infantil, los presentes aquel día salimos del aula con una dosis de ilusión y un firme anhelo, difundir ese optimismo español que pueden ser el motor y la llave para salir de la ciénaga en la que estamos inmersos.