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Jueves, 21 de abril 2011, 03:21
Hablar del Ensanche valenciano es hablar del Modernismo, o en su caso del estilo Sezession, que es el que, con mayor o menor calidad o pureza estuvo presente en la mayor parte de las nuevas construcciones de esa parte de la ciudad en expansión, entre los años 1895 y 1910, y con notorias influencias, desviaciones o adaptaciones en las dos décadas siguientes.
El Modernismo valenciano, visible de modo espléndido en el Mercado de Colón y la Estación del Norte, está presente también en la calle de la Paz, que se culminó con el siglo XIX. En el primer Ensanche de la ciudad, el comprendido entre la calle de Colón y la Gran Vía, se manifestará de forma abundante, en casi todo lo que se construye, a través de una serie de ejemplos que, en parte, no han llegado a nuestros días y han sido objeto de la permisividad derribista de los años sesenta y setenta.
Demetrio Ribes y Vicente Ferrer, primero, y Francisco Mora, Carlos Carbonell, Antonio Martorell, Francisco Almenar y Vicente Rodríguez más tarde, serán los principales protagonistas, aunque no los únicos, de una serie de edificaciones destinadas a dar a los nuevos barrios valencianos el toque de distinción de ese estilo que incorpora adornos florales y figuras humanas, al tiempo que integra los oficios artesanos en la arquitectura. Los años de expansión económica, que en Valencia se corresponden con el ciclo que hace posible la Exposición Regional de 1909, Nacional en 1910, dieron gran impulso a la ciudad, que creció, sobre todo en el Ensanche, más allá de la Gran Vía que iba a recibir el nombre del marques del Turia, promotor de la Exposición.
Se construyó la pasarela especial sobre el cauce del Turia y fue ordenado y ajardinado el Llano del Remedio. La plaza elíptica que hoy lleva el nombre de Cánovas empezó a ser construida en 1909 y quedó consolidada hacia 1914 con edificios de Antonio Martorell y Carlos Carbonell. El nuevo trazado que a partir de 1912 tiene la vía férrea de Barcelona, que correrá en paralelo a la avenida de Peris y Valero, despeja la segunda Gran Vía, la actual de Reino de Valencia, y permite afianzar una nueva zona de expansión urbana que envolverá Ruzafa en su momento.
En muchos puntos del Ensanche, Valencia vio aparecer ejemplos modernistas de notable factura, cargados de gracia e imaginación. La calle de Conde Salvatierra, entonces llamada también de Ciscar, fue un ejemplo relevante, como también lo fue la calle del Grabador Esteve o la de Sorni. En el inicio de esa calle, haciendo esquina con la de Jorge Juan, subsiste uno de los mejores ejemplos de modernismo caprichoso, de tono medieval: es la "Casa de los Dragones", llamada así porque usa este elemento fantástico como motivo esencial en su fachada. Carlos Carbonell, por otra parte, es el autor de otra casa de interés, Casa Candela, levantada al principio de los años veinte.
Muy cerca, en el chaflán de Jorge Juan con Martínez Ferrando, se levantó en 1920 uno de los más hermosos edificios del Ensanche, por encargo de Bernardo Gómez al arquitecto Vicente Rodríguez. Los balcones y miradores, las cúpulas y mansardas afrancesadas hacen de esta casa un conjunto de gran elegancia.
En la calle Isabel la Católica destacaba el palacio de la condesa de Buñol, levantado a principios de siglo por Vicente Alcaine, suntuoso edificio del que se salvó en última instancia la fachada. En cuanto a la calle de Hernán Cortés, en la que los más mayores evocan la sede de Paraguas Vizcaino y del Gimnasio Colón, que dio paso, más tarde, al restaurante Palas Fesol. En la esquina con la Gran Vía, la casa Vallbona, obra del arquitecto Manuel Peris, presenta una excepcional portada, con la imagen de María Auxiliadora en el centro de un óculo acristalado.
Son muchos los ejemplos modernistas que el barrio acoge. Los hay en Pizarro y en la Gran Vía, y aparecen en numerosos chaflanes para hablarnos de un tiempo en que la burguesía culta de la ciudad reclamaba la calidad y la innovación que el modernismo aportaba. Juan Luís Corbín evoca, en su libro dedicado al Ensanche, la sede que el concesionario de Ford tuvo en esa calle hace décadas y la primera sede que el Cupón Regalo Comercial abrió, antes de su traslado a la popular "Finca de Hierro". También señala Corbín que en el número 8 de esa calle hay una placa que recuerda que Santiago Ramón y Cajal vivió allí durante su estancia en Valencia, entre 1884 y 1886.
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