«¿El PSOE? Si los políticos están arriba no los sacas ni con lejía»

-Llegó a España en 1959 y se afincó aquí. ¿Por qué?

-Porque me tira esta tierra. No te olvides de que soy hijo de gallegos. Mi padre era de Arteixo y mi madre de Pastoriza.

-¿En Madrid se vive mejor que en Montevideo?

-Es otra forma de vivir, aunque allí la principal colonia es la española.

-¿Seguirá en la capital?

-Nunca se sabe.

-¿Y Valencia?

-A Valencia la llevo en el alma, pero quedarme ahí, no creo. Mis hijos se han hecho más de Madrid. Pero vamos con frecuencia, al Sidi, a la playita... Ahí pasamos unos años maravillosos.

-¿Donde vivía?

-En el centro. Al lado del hotel Inglés. Me casé y a los tres días estaba en Valencia. Nuestro primer contacto fue con la familia de Luis Berlanga, los dueños del hotel. Su hermano, Pepe, y Juanita, la señora, que era de Alcoy. Nos trataron de maravilla. Era como tener la familia acá.

-¿Siempre lleva la sonrisa puesta?

-¿Qué motivo tengo para estar serio? (ríe al recordarle que demuestra su origen gallego al responder con una pregunta).

-¿Aquí dejó muchos amigos?

-Muchos. Aparte de mis compañeros de equipo, claro. Recuerdo a Toni Romero, el dueño del Pon Café, y a su hijo Juan Antonio, que era de nuestra peña. Al abogado Pepe Paula Capilla, a Pepe Romero, primo de Toni, que tenía la cafetería Monterrey...

-A usted también le dio por los negocios de hostelería, ¿eh?

-Sí. En sociedad con Roberto Gil tuve 'El mesón del conde', que estaba cerca de Gobierno Civil. Se lo compramos a Ricardito Zamora. Y luego yo monté la cafetería 'Héctor's'. Estaba entre El Corte Inglés y el Banco de Valencia.

-Además, invirtió en una agencia de viajes...

-Sí. Estaba en la calle de la Paz.

-¿Por qué fichó por el Valencia?

-Es muy curioso, porque de Valencia yo no tenía ni idea. Había venido a Europa de gira con el Nacional.

-¿Le vieron y le contrataron?

-No, no. Jugamos el Teresa Herrera y luego, estando en Madrid, vino a por mí un periodista que se llamaba Juan Deportista y me llevó ¿a que no sabes a ver a quién? A Raimundo Saporta.

-Era una especie de director deportivo del Real Madrid, ¿no?

-Sí, el Madrid quería ficharme, aunque no hubo acuerdo económico.

-¿Y apareció el Valencia?

-Un mes después, y viví unos años sensacionales.

-Aquí ganó dos Copas de Ferias.

-Sí, la primera al Barcelona y otra al Dinamo de Zagreb.

-El camino empezó dejando en la cuneta al Nottingham, al que usted hizo un siete.

-Ganamos 1-5 y marqué tres goles. Me gustaba jugar contra los ingleses. Ya que dicen que son peritos en la materia... (añade riendo).

-¿El viaje de vuelta estuvo a punto de acabar en tragedia?

-¡Uf! El avión que venía detrás se estrelló. Yo iba a lado del brasileño Recamán y cada vez que lo comentábamos la piel se nos erizaba.

-Al hilo de los brasileños, ¿qué ocurrió en el Naranja del 61 entre usted y Chicao, que luego sería compañero en el Valencia?

-Hubo un partido Uruguay-Brasil que acabó a trompadas. Él no jugaba, pero su entrenador me reconoció y le dijo que fuera a por mí. Una de las veces le di yo y cuando estaba levantándose, lo rematé. Pero acabamos siendo buenos amigos. Cuando llegó lo llevé a comer a La Pepica.

-¿Aún habla valenciano?

-«¡Xe, aixó no es pregunta!» Aquí aprendí el valenciano y a jugar al truc. En un partido contra el Barça marqué dos goles y escuché que el flaco Segarra le decía a Gensana: «¡Este fill de puta ens ha fotut!». Después fui al hotel para estar con Villaverde, que era ahijado de mi madre, al verme se acercaron algunos y Segarra se quedó de piedra cuando le dije: «¡Tú sí que eres un poc cabró!»

-¿Por qué le llamaban Palomo?

-De niño jugaba con amigos en la puerta del bar-almacén de mi viejo y él me llamaba Pichón.

-¿Practica algún deporte?

-Antes el tenis. Ahora, mi perro Patxi me saca a pasear...

-¿Qué opina del 15M?

-Que es una barbaridad. Parecemos un país tercermundista.

-La última: ¿Al PSOE le ha pillado el toro?

-Creo que sí. A los políticos les cuesta subir, pero si están arriba no los sacas ni con lejía. No sé si Rajoy será el idóneo, pero a lo mejor se hace acompañar por el realmente idóneo.