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VICENTE LLADRÓ
Sábado, 30 de julio 2011, 02:41
Como el mercado se estrecha y la demanda de vinos está alicaída, sobre todo en los mercados clásicos, en los países 'viejos', la cooperativa vinícola La Baronía de Turís se puso como objetivo diversificar al máximo, en productos y en clientes. Había que salir más al extranjero, irse más lejos para vender, aprovechar viajes promocionales del IVEX y cualquier contacto. Nunca se sabe lo que un día puede valer un teléfono, una amistad reciente, un trato cariñoso, como demuestran los hechos.
Ana Calvet revolucionó La Baronía desde que entró de directora en la bodega cooperativa La Baronía de Turís, ahora hace cuatro años. Ingeniera agrónoma, se especializó en industrias agroalimentarias y trabajó cuatro años en la bodega Sebirán y seis en la división de exportación de vinos de Anecoop, de donde pasó a la firma turisana.
Una de sus primeras actuaciones fue presentar un ambicioso plan estratégico. El consejo rector lo aprobó consciente de que hacían falta cambios y correr nuevos riesgos. David Picó, el presidente, lo corrobora: había que poner en marcha nuevos revulsivos, porque de la cooperativa depende, total o parcialmente, la economía de unas mil familias del pueblo que se dedican a producir uva para vinificación.
Innovación y diseño
La estrategia consistía en sacar nuevos productos que estuvieran más en consonancia con las preferencias actuales de la demanda, aprovechar mejor las potencialidades de materias primas varietales que aportan los socios, diseñar nuevas marcas con criterios modernos y etiquetas de diseño actual, diversificar artículos y lanzarse en busca de nuevos nichos de consumidores y de nuevos mercados.
Estaban en juego muchas cosas. Lo siguen estando, porque el mundo del vino es difícil y el consumo baja entre la ciudadanía cercana, aunque afortunadamente crece en lugares más alejados. Como en Canadá, donde se pirran por la sangría de Turís, o en Estados Unidos, donde se da la curiosidad de que demandan tanto la sangría de vino tinto como de blanco y gusta cada día más el vino seco del moscatel turisano.
Lo de Canadá resulta paradigmático, porque los viticultores de Turís tienen allí una nómina creciente de clientes y su sangría es líder destacada. Y todo ha sido casi por casualidad. Por una suma de casualidades. Unas visitas promocionales financiadas por el IVEX y que son bien aprovechadas, un contacto con un distribuidor serio y eficaz con el que se establecen estrechas relaciones comerciales... y un periódico en el que, sin buscarlo, aparece un buen día un reportaje sobre la sangría de Turís, señalando que es la mejor de todas, y diciéndoles a quienes no saben de qué se trata, que la sangría es una bebida deliciosa y si es buena resulta el acabóse.
A raíz de esto empezaron a multiplicarse las ventas de sangría a Canadá, que ya estaba comprando cantidades apreciables de los vinos de La Baronía. El secreto, explica Ana Calvet, estriba en que «nosotros, a diferencia de otros, no destinamos a la sangría vinos mediocres o del montón que no iban a servir para mejor causa, sino vinos realmente buenos, y para la elaboración compramos las mejores esencias y aromas que hay, no nos conformamos con cualquier cosa; sabemos que lo mejor es más caro, pero nosotros queremos diferenciarnos, porque sólo así podemos conquistar al público».
Una revolución
La misma filosofía se aplica a todo lo demás en esta nueva trayectoria de la cooperativa que los socios reconocen como «una revolución», pero una revolución exitosa, porque les está dando resultado y aporta ilusión a quienes mantienen las viñas. Turís es uno de los pocos pueblos valenciano-hablantes (con La Font de La Figuera, Moixent, Fontanars...) con grandes extensiones de viñedos, y va a seguir su paisaje rural repleto de vides, porque se paró la propagación de frutales y cítricos, afectados también por la crisis de la caída general de precios. Ahora no quedan opciones a las que reconvertirse. Los agricultores piensan que, tal como está lo demás, casi que lo mejor es seguir con la uva, si sigue la progresión ilusionante de La Baronía.
Su nuevo vino '1920', que hace honor al año de fundación de la cooperativa, se ha convertido en la superestrella de la casa y no para de recibir galardones en concursos y plácemes de expertos. Es además la fiel expresión de los cambios que experimenta la bodega a todos los niveles, porque es de variedades 'mejorantes' que se introdujeron en los campos en los últimos años (Cabernet Sauvignon, Merlot y Siraz), con un año de crianza en barricas de roble francés y del Este. Otra gran apuesta es 'Luna del Mar'; en su versión blanca, un vino seco de moscatel, y en la tinta, de uva de Tempranillo, Cabernet, Merlot y Siraz, seis meses en barrica y de seis a nueve en botella.
Cuentan Ana y David que, sorprendentemente, están creciendo las ventas de vinos secos de moscatel, que están de moda en medio mundo, lo que abre un buen futuro para esta gran uva que hasta ahora parecía relegada, en vinificación, a la elaboración de rica mistela. Turís está en el centro de la zona (con Monserrat, Godelleta, Chiva, Cheste...) donde se elabora la mistela de moscatel de mayor calidad y prestigio, dentro de la DO Valencia.
Razones de viabilidad económica para que se mantengan en este pueblo las 1.500 hectáreas de vid, con la propiedad muy repartida, porque la media de cada explotación está en unas dos hectáreas, lo que asegura ocupación y consistencia social.
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