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Culturas

«La mayoría de las óperas son ridículas. Yo nunca me sentaría a verlas»

El responsable de la escenografía de 'Don Giovanni' sostiene que el público acude al Palau de les Arts «para demostrar que es rico y por prestigio» Jonathan Miller Director de escena

CARMEN VELASCO

Viernes, 20 de enero 2012, 10:32

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Jonathan Miller es una leyenda viva de la ópera y un ser políticamente incorrecto. Ha trabajo en todos los auditorios del mundo y ahora, en su segundo intento con 'Don Giovanni', recala en Valencia.

-Su gran aportación fue ubicar la acción de las óperas en la actualidad y en otras ciudades. ¿Cómo se innova ahora en los auditorios?

-Cuando hice 'Rigolleto', que transcurre en el siglo XVI, yo la trasladé a Londres del siglo XX y lo vinculé con la mafia ligada a la aristocracia corrupta. No siempre se puede desplazar la ópera a otra época, por ejemplo, 'La Traviatta' no se entiende fuera de París o en otro tiempo y lo mismo sucede con 'Don Giovanni' o 'Le nozze de Figaro'. Ahora mis colegas tratan de situar las obras en la época actual pero no siempre funciona. Mis compañeros franceses, ingleses y alemanes hacen lo que se llama dirección conceptual, pero muchos de ellos no saben ni tan siquiera que es un concepto.

-¿Ha visto aberraciones líricas?

-Sí, muchas. La mayoría de las historias que cuentan las óperas son ridículas, nunca las haría ni mucho menos me sentaría a verlas porque dramáticamente son un coñazo y narran historias absurdas y vulgares. Prefiero escribir o leer un libro que asistir a la ópera. Tengo mejores cosas que hacer que ir a la ópera.

-Su mensaje es muy disuasorio...

-No importa, porque en este patio de butacas (la entrevista se realiza en la sala Principal del Palau de les Arts) no va a venir público joven porque tiene muchas cosas que hacer. La gente que viene aquí son ricos que vienen para enseñar sus prendas de piel, por prestigio y para demostrar que tienen dinero.

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-¿No es una asignatura pendiente que a la ópera no acudan los jóvenes?

-Yo no sé cómo atraer espectadores jóvenes a la ópera, pero desde luego edificios tan grandiosos como este consiguen ahuyentarlos porque Les Arts está vinculado a la riqueza. En auditorios como este se representan dos mentiras, una sobre el escenario y otra en el patio de butacas.

-Vayamos a la mentira de 'Don Giovanni', un título que se repone después de que se representara en 2006 sobre un escenario estático. ¿Cuál es el toque Miller?

-Sí, la escenografía está ahora completa (se sonríe). No sé cuál es el toque Miller, pero busco un espectáculo verosímil. Todo lo que no resulta real, es kitsch.

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-En la representación de 2006 estuvo al frente de la orquesta Lorin Maazel y ahora lo está Zubin Mehta. ¿Cómo es su relación con ellos?

-Con Maazel no tuve relación. Llegó tres días antes de que empezáramos y luego vino el accidente, así que no trabajamos juntos. Con Mehta, en cambio, hemos trabajado juntos otras veces. Lo único es que cada vez hay más directores que se acostumbran a llegar tarde a los ensayos, algo muy molesto para mí porque yo entiendo el trabajo como cooperación. Por esto, 'Don Giovanni' va a ser mi último trabajo. Quiero salir de la prisión de la ópera.

-¿Se retira?

-Sí, espero no volver a trabajar en la ópera. Cada vez me cuesta más vivir en un hotel, estar lejos de mi familia y, sobre todo, odio el mundo de las celebridades de la ópera. Además, salvo dos títulos, he hecho las piezas que quería hacer.

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-Se baja del escenario cuando la mayoría de los teatros sufren recortes. ¿La ópera sobrevivirá a la crisis?

-Bueno, depende. No se dan subvenciones para escenarios como éste, grandiosos, pero se puede hacer cultura sin tener ambición por el glamur. Yo no sé si siempre habrá ópera, pero no tengo duda de quien siempre habrá un espacio donde la gente interprete alguien que no es.

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