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Lunes, 13 de febrero 2012, 01:29
Carles Gimeno. Jesús Martín-Lorente Muñoz, 'Chule', lleva en la sangre el ansia de crear arte. Vive en plena naturaleza. La que le inspira para trabajar día a día con sus manos, esculpiendo materiales según su creatividad. Chule es todo un artista.
Su cabeza genera una idea, la plasma en un dibujo y después, con su fragua y golpe a golpe moldea los metales hasta convertirlos en grandes y maravillosas creaciones. Trabaja como en tiempo antaño. Es un artesano en el que siguen vivos los poderes de la fragua que en el mundo mitológico tenía Vulcano.
Su vocación lo ha acompañado siempre. Nació en Ciudad Real en 1967, pero con apenas cuatro años se traslada a Tavernes de la Valldigna, donde reside actualmente.
Su padre era una persona muy mañosa, pero falleció cuando Chule tenía sólo 7 años. A esa edad ya heredó las herramientas de su padre y el talento para trabajar con sus manos.
En estos momentos se encuentra preparando una original exposición de esculturas para un centro comercial del municipio valenciano de l'Eliana. Su fragua a penas se enfría porque día a día, este artista, no para de crear desde el destructor fuego.
Con yunque y martillo trabaja como antes pero creando novedosas esculturas. Hace líquidos el hierro, el aluminio o el cristal y les da forma artística. De un material rudo nace una bella creación.
«Ahora estoy trabajando en esculturas que representan la sensualidad masculina y femenina», comenta. Jesús Martín-Lorente no para de investigar. Por su cabeza pasan mil pensamientos cada día.
Es una persona habilidosa y autodidacta. Investiga uniendo dos materiales que han pasado de estado sólido a líquido.
Día a día realiza diferentes pruebas con estos mágicos elementos hasta que de su arte, el fuego y su yunque se forma lo que su imaginación crea.
Ha participado en exposiciones internacionales, sus esculturas se pueden ver en la vía pública, como el caso del 'Carro i el Aca', que luce a la entrada de su ciudad.
Lo mismo crea una delicada rosa en aluminio que una ruda reja. «Mi trabajo es tradicional, artesano, pero no paro de experimentar», apunta.
Su modo de trabajar lo diferencia y hace que cada una de sus esculturas sea única. No puede haber dos iguales, ya que en sus últimos experimentos aúna el aluminio y el cristal líquido adoptan formas caprichosas imposibles de repetir.
Chule se atreve con la madera, la piedra, los metales. Disfruta de su arte, a fuerza de fuego y martillo genera belleza, elementos delicados que traen consigo la pasión de su creador.
Toda su familia está implicada en su arte y esa pasión se ve en sus obras.
Cada obra suya lleva una parte de Chule. Su habilidad es tal que no es extraño ver en su taller un potente motor de motocicleta.
Al preguntarle te contesta que la gente le pide que realice motos personalizadas. Su maña es tal que a un hierro lo transforma en una silueta femenina o el chasis de una moto en toda una pantera sobre dos ruedas.
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