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Ana Obregón con Carlos Llobet. / LP
Distrito 10, el templo de las discotecas
LA MOVIDA DE LOS OCHENTA

Distrito 10, el templo de las discotecas

Costó 350 millones de pesetas y desde el primer día se la comparó con la mítica Studio 54 de Nueva York

MIGUEL ÁNGEL PASTOR ,

Sábado, 2 de junio 2012, 12:53

A principios de 1982, se inauguraba en Valencia con carácter de gran acontecimiento social la espectacular discoteca Distrito 10. Había costado 350 millones de pesetas de la época y desde el primer día se la comparaba con la mítica Studio 54 de Nueva York.

Un monstruo único e irrepetible. Puro diseño en varias alturas, la más avanzada tecnología en luz y sonido y un ambiente elitista y sofisticado que marcaba la diferencia con las otras discotecas de la ciudad.

Sus inversores eran valencianos, el constructor Salvador Benlloch, como máximo accionista, Carlos Vila (Don Carlos), Jonchu Ugarte (Ugartesa) y Manolo Otero, que se recorrieron miles de kilómetros visitando discotecas por medio mundo antes de decidirse por el proyecto que pusieron en manos del arquitecto Joaquín Hernández y que quedaría ubicado en una zona selecta, en la calle General Elio, frente a los Viveros, esquina a la Avenida de Blasco Ibáñez.

El primer director de Distrito 10 fue Tati Tamarit, secundado por Carlos Salcedo, pero sería su sucesor, el ejecutivo Carlos Llobet quien plantaría las bases para internacionalizar el establecimiento que llegó a recibir el Oscar a la mejor discoteca de Europa en 1984.

Llobet lo hacía todo a lo grande; se traía espectáculos de las mejores salas del mundo, presentaba artistas, se volcaba en las fiestas y se tomó muy a pecho la presencia de famosos de alto 'standing', creando para los aniversarios los Premios 10, todo un lujo de glamour que marcó tendencia con la visita de personajes nacionales e internacionales codeándose con la clientela de la sala.

La música era un ingrediente primordial y a lo largo del tiempo y para manejar la cabina, Distrito fue fichando a cotizados disc jockeys y entre otros a Alí, al que se trajo del Pachá de Madrid y sucesivamente a Françoise, al genial dj valenciano, Juan Santamaría, al todoterreno y también canterano, Lucky Carreño y a otra joven figura de las pistas, David 'el Niño', que llegó rodeado de una extraordinaria aureola de estrella. Predominaba el funky y el pop rock aunque con el tiempo fue evolucionando hacia el tecno y hasta el House de los últimos años.

Siempre se dijo que Distrito 10 era una discoteca de derechas pero esa etiqueta se debía mas a la estética predominante de los Lacoste, Fred Perry o los Levi's Strauss etiqueta roja, que a cualquier connotación de índole política. En su atiborrada pista de baile no se hacían distinciones. Pijos y progres se entremezclaban danzando sin complejos.

Los relaciones públicas jugaban un papel decisivo en el engranaje del negocio nocturno. La clave estaba en atraer, seducir, desviar y «vender» el producto a pie de calle entre los jóvenes. Organizaban fiestas, se disfrazaban, repartían «flyers» de descuento y tomaban el asfalto para «pegar tirón» entre los grupos y pandillas diseminadas por los pubs y disco-bares más afines, sobre todo en Cánovas, su zona natural por excelencia.

Entre aquellos chavales, dedicados en cuerpo y alma, los hay que siguieron en la hostelería y el ocio y algunos son empresarios y profesionales de éxito, como Santi Martínez, gerente de 55 Polo, el pub restaurante en el que se rinde tributo a los 80 y al propio Distrito 10, el comentarista deportivo de Canal 9 Nacho Cotino; Juanjo Royo, Toni Catalá, Falele Igueravide, Maite de Coca, Gonzalo Villar, las hermanas Figuerola, Juanjo Bernat, Javi Vidal, Rafa Villar, o Pepito Jiménez, son nombres de muchos de aquellos abnegados RRPP que siguen en la brecha.

¡Ah! Lo que sí nadie que pisó Distrito 10 habrá olvidado es el 'One Point Cash Sistem', las pioneras tarjetas de crédito que daban al entrar y en la que iban 'ticando' cada consumición. El pago a la salida provocaba sustos y enfados y si la perdías pagabas penalización. Aquel sistema precursor de la tecnología informática, nunca fue aceptado de buena gana.

Distrito 10 tuvo su decadencia y fue languideciendo con los años hasta su cierre en 1994. No hace mucho, vencido por el progreso, el edificio fue derruido, desapareciendo con él cualquier vestigio de aquel templo sagrado del ocio nocturno de Valencia.

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