El ojo azul del toro

Abatido, ensimismado, ajeno ya a este villano mundo que le robará el último soplo de vida de una estocada sin razones. De color lombardo, retinto, pardo o azabache, mezclados todos en un bravío que agoniza. Si no fuera por el ojo azul cielo (que bien podría recordar el techo de su dehesa), se diría que esta cara con olor a sangre corresponde a la de uno de esos morlacos que corren de estampida La Estafeta pamplonesa. Pero no hay toros de ojos celestes, ni siquiera verdes, aunque de broma quisiera un día criarlos el ganadero sevillano Fernando Villalón, conde de Miraflores de los Ángeles, garrochista y poeta. Esa mirada enajenada la lanza un miembro de los grupos pro-animales PETA y Anima Naturalis que cada San Fermín protestan contra los encierros. Con sus cuerpos semidesnudos, pintados de rojo y negro, dibujan en el asfalto de la plaza Consistorial su rechazo a la fiesta taurina. Sus cuerpos componen letras y lemas en inglés : 'stop', en rojo, y 'bull fights', en negro ('stop a las corridas de toros'), entre los que se encuentra contorsionado el 'animal' de la imagen. Si supiéramos lo que piensa el toro de ojo azul o las reses de lidia de ojazos negros azabache... tal vez los puyazos fueran para otros.