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LAURA GARCÉS
Sábado, 8 de septiembre 2012, 02:20
Dar el último toque al proceso de rehabilitación de una ermita que se tuvo que reconstruir tras los daños sufridos por el terremoto de Lorca. Esa ha sido la labor que de forma voluntaria, junto con otras jóvenes, ha ocupado parte del verano de Marina Ortiz.
La aportación de las voluntarias se centró «en echar una mano en el remate final: pintar, decapar...». La reconstrucción la había llevado a cabo «previamente un equipo de profesionales».
Marina, junto con otras compañeras decidieron invertir una parte de sus vacaciones en una actividad que sirviera a otros, aunque no no es el único campo de acción social en el que se implica. «A lo largo del año también participamos en actividades de voluntariado en distintos hospitales». Esta llamada a ponerse al servicio de quienes necesitan ayuda, en el caso de Marina, se traduce en «visitar a los ancianos en una residencia».
Y todo ello porque está convencida de que la acción social le ofrece «la posibilidad de concienciarte de algunas realidades y es una manera de ver más allá de tí mismo». Si ello no fuera suficiente, Marina considera que se aprende «muchísimo».
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