Un grupo de clientes en la céntrica zona de las tascas de la capital de la Plana. :: LP
Castellón

El imperio de las tascas contraataca

Las calles Isaac Peral y Barracas vuelven a ser epicentro del ocio castellonense tras un año marcado por las sentencias judiciales Los locales reinauguran la temporada plantando cara al mismísimo TSJ

L. NOS CRUZADO

Viernes, 21 de septiembre 2012, 11:20

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La temporada de invierno ha arrancado oficialmente en Castellón, y eso se sabe no sólo porque los peques vuelven al cole y los mayores al trabajo, sino porque las tascas de las calles Isaac Peral y Barracas vuelven a subir sus persianas para convertirse en el epicentro del ocio vespertino y nocturno de la capital de la Plana.

Desde hace unos días, pero especialmente ayer jueves -ya que tradicionalmente es la jornada estrella de las tascas-, decenas de vecinos celebran la 'rentrée' otoñal en esta emblemática zona de reunión, y lo hacen cerveza o copa de vino en mano.

Sí, copa de cristal, porque los vasos de plástico que marcaron el pasado curso de las tascas ya son historia. Los hosteleros, que hace unos meses clamaban contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) por vetar el consumo de alcohol en la calle, hoy se sienten a salvo de la prohibición.

Aún así, el conflicto no ha sido zanjado del todo. Es más, hace unos días salieron a la luz unas informaciones que apuntaban a que los empresarios habrían presentado un recurso de casación al Supremo en el que defienden que la sentencia del TSJCV que prohíbe beber en esta emblemática zona de ocio contraviene a la Constitución Española. En él, argumentan que el tribunal valenciano «se extralimitó en sus funciones» al poner en cuestión la ordenanza municipal que avalaba la ingesta de alcohol en las tascas.

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Con todo, lo cierto es que, batallas judiciales a parte, la normalidad ha vuelto a las calles Isaac Peral y Barracas, blindadas aún así con los toldos antirruido que los empresarios se vieron obligados a instalar el año pasado para silenciar las críticas de la asociación Castelló Sense Soroll y poder salvar un imperio del ocio que, por el momento, parece que contraataca.

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