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Sábado, 5 de enero 2013, 03:08
A Lucía Abal le da vergüenza hablar con los periodistas, pero no le tiembla la voz cuando topa de frente con la desgracia, con familias de bolsillos vacíos, con gente que se las ve negras para dar de comer a su familia. Y cuenta Lucía que no hace mucho conoció a un hombre que se recorría los polígonos industriales de Valencia a pie. Hasta hace poco, cuando el proyecto 'Angels by bike', sostenido por la parroquia San José María y Cáritas, le proporcionó una bicicleta.
Manuel Martín es el impulsor de Angels by bike, una iniciativa que surgió, así lo cuenta, «para ayudar a personas que no se pueden permitir otros medios de transporte que requieren de un mantenimiento, de un gasto». El proyecto arrancó con timidez, como Lucía, pero al igual que esta voluntaria fue cogiendo fuerza. El impulso llegó con el espaldarazo económico de la Fundación Telefónica, que ha disparado sus posibilidades.
La parroquia ha recibido, en solo unas semanas, cerca de 40 bicicletas. Al principio era Manuel Martín quien se pringaba de grasa para repararlas y dejarlas a punto. Pero uno de los objetivos de la Fundación Teléfonica es «fomentar el voluntariado» y eso ha permitido que Manuel se ocupe de otros menesteres mientras otros jóvenes se enzarzan con cadenas y bielas.
Lucía ya ha entregado cerca de 15 bicicletas. Porque aquí cada uno vale para lo que vale. «Arreglar bicicletas», aclara Manuel, «es una forma de ayudar que se acopla mejor a aquella gente que quiere colaborar pero que no está preparada para enfrentarse a situaciones duras». Ahí la especialista es Lucía. Ella recibe los correos electrónicos (angelsbybike@gmail.com) de quienes solicitan una bicicleta, los entrevista para evaluar su situación laboral y personal, y reparte el obsequio.
Regalo de Reyes
La parroquia recoge todo tipo de bicicletas. También pequeñas, ideales para niños que se habían quedado fuera de la hoja de ruta de los Reyes de Oriente. «Una familia de un pueblecito de Alicante nos pidió una porque no podían regalarle nada a su hija», cuenta, feliz, Lucía, satisfecha por saber que esa niña de ocho años amanecerá mañana al lado de un regalo con ruedas.
La idea se ha ido esparciendo. Algunos valencianos, al conocer el proyecto, han entendido que la bici que tienen llena de polvo en un trastero puede ser mucho más útil en manos de una persona en riesgo de exclusión social. Encima del sillín, dándole a los pedales, puede resultar más fácil lanzarse en busca de un empleo. «Nos parece increíble, pero hay mucha gente que no tiene un vehículo», destaca Lucía. De ahí que resulte incomprensible que el Ayuntamiento no haya respondido a la petición de Manuel para que destinen a la parroquia las bicicletas que requisan «y que normalmente acaban destruyendo».
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