
TEXTO: DANIEL VIDAL FOTOGRAFÍA: YOSHIKAZU TSUNO
Domingo, 24 de marzo 2013, 01:24
Lo más preocupante no es hasta dónde hemos llegado, sino hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Ya lo dejó caer el científico japonés Hiroshi Ishiguro, creador de los Geminoids -robots con aspecto de humanoide- cuando vaticinó que la gente de carne y hueso acabaríamos enamorándonos de androides. Se quedó corto. Hoy comercializa cariño enlatado y compañía robotizada para las personas mayores. El abuelo de la imagen tiene en brazos un Telenoid R1, un pavoroso engendro de cables, metal y silicona de una estatura similar a la de un niño de dos años y que es capaz de hablar, sonreír y hasta de repartir abrazos a pesar de sus amorfas extremidades, más parecidas a muñones. El robot, que el orgulloso Ishiguro vende ya por 26.000 euros (8.000 en la versión de tela), se ha concebido para hacer compañía a los ancianos japoneses que, además, podrán ser vigilados por sus familiares a través de las webcam que incorporan los ojos de esta especie de nieto postizo de goma, pálido y aspecto enfermizo. Al menos, la nieta de verdad, la que sonríe al fondo mientras observa en la pantalla la cara de incredulidad de su abuelito, todavía sigue visitándole. Por nuestro bien, esperemos que siga siendo así.
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