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LOLA SORIANO
Miércoles, 10 de abril 2013, 04:12
El molí de la Closa, también conocido como de la Gàbia, es un edificio protegido y está reconocido como Bien de Relevancia Local (BRL), pero su estado de deterioro es tan avanzado, que el Ayuntamiento de Valencia se ha visto obligado a actuar de oficio.
El edificio, de estilo bajomedieval aunque la construcción que ha llegado hasta la actualidad procede de una reforma del siglo XVII, se encuentra ubicado frente al tanatorio del cementerio General, junto a la carretera V-30, y la contrata municipal está retirando estos días los elementos constructivos que corrían peligro de desplomarse. Según explican desde la concejalía de Urbanismo, «se han tomado las medidas de aseguramiento y mantenimiento de la construcción que eran urgentes. Se está actuando en la alquería y en una construcción anexa».
Aunque el Ayuntamiento ha requerido a la propiedad que intervenga para evitar posibles riesgos a viandantes y para que no se produzca la caída del conjunto arquitectónico, la realidad es que la contrata municipal ha tenido que actuar subsidiariamente. Y es que este edificio ha sido ocupado ilegalmente en múltiples ocasiones e incluso ha sufrido incendios que han afectado al techo y vigas de madera.
«Hemos requerido a la propiedad para que adopte medidas de seguridad, pero finalmente hemos actuado para garantizar la estabilidad del edificio, aunque lógicamente se le reclamarán los cerca de 30.000 euros que está costando la operación a los dueños de la alquería», indican desde la concejalía de Urbanismo.
Desde la asociación de vecinos de san Marcelino se muestran muy críticos con la dejadez de esta construcción. «Es uno de los pocos edificios con historia de la huerta que quedan en la zona y llevamos muchos años pidiendo que se haga algo antes de que desaparezca. Ha sufrido hasta incendios y si no se acaba actuando de forma integral, se quedará en ruinas o acabará cayendo por completo», indica Vicent Soler.
Desde la asociación indican que ya en 2009 pidieron un informe a Bomberos «porque la degradación iba en aumento y hasta nos dirigimos al Consell Valencià de Cultura», añaden. Los vecinos piden que se apueste por este edificio protegido, «que es de las pocas manifestaciones de la huerta que quedan. Si hace falta, que se expropie, porque se quedó justo en el límite del plan sur, de hecho está pegado a la V-30».
Desde la entidad vecinal proponen que se restaure y «se dé un uso público, como un alquería donde se muestren elementos etnológicos de la huerta. Sería una buena opción, para que los jóvenes conocieran los aperos de labranza de la época o cómo se cultivaban estas tierras».
Vicent Soler detalla que algunos vecinos «se han ofrecido en repetidas ocasiones para entregar los aperos de labranza que conservar, para que se expongan, porque esta zona de la huerta fue muy importante».
De hecho, este molino harinero se encuentra junto al braç de la Gàbia, uno de los brazos de la acequia de Favara y en la misma revisión del Plan General de Valencia se habla «de la vital importancia de regenerar este entorno» y añade que se necesita «una intervención paisajística que valore tanto el molino, como el camino de Picassent».
Soler recuerda que junto al molino había una agrupación de casas, «un colegio, que cuando eran elecciones se votaba allí. También había en la zona una carnicería y un estanco. Incluso había casas de colonos, los que trabajaban el campo».
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