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A. TALAVERA
Martes, 3 de septiembre 2013, 03:19
Un trabajo tradicional y práctica habitual para el desarrollo de la Ribera convertido en una fiesta y conmemoración de la historia del municipio. Así es como Antella ha recuperado su 'maerà' durante las fiestas patronales para mostrar a los vecinos y visitantes, con la mayor fidelidad posible, como se realizaba la conducción fluvial de troncos.
Desde hace dos años, el Ayuntamiento de esta localidad de la Ribera Alta decidió apostar por retomar esta práctica fundamental en la economía de la zona durante más de ocho siglos hasta que en los años 70 se dejó de utilizar y se optó por medios mecánicos más rápidos y modernos.
Antella rindió el pasado mes de julio un homenaje a todos los gancheros valencianos y de otras regiones que durante siglos han transportado y conducido partidas de troncos desde las cuencas altas de los ríos hasta los centros de consumo, salvando para ello largas distancias y sorteando todo tipo de obstáculos sin más ayuda que la de su emblemático gancho.
Un trabajo que necesita de mucha pericia para manejar con el gancho troncos de gran peso y equilibrio para mantenerse en pie sobre el agua del río.
La comarca de la Ribera cuenta con una larga tradición en la conducción de maderas gracias a su principal río, el Júcar. Este río servía para abastecer a ciudades como Valencia, Alzira o Xàtiva de madera para la construcción desde los bosques de Cuenca y Teruel.
Desde el siglo XII ya hay constancia escrita de esta práctica. «Se corta la madera, se arroja al agua y se transporta a Denia y a Valencia, en el mar. Así es como viaja por el río hasta Alcira y desde aquí hasta el castillo de Cullera y desembarca allí en el mar. Luego se llenan las barcas y se transporta a Denia, pues con ella se construyen grandes navíos y pequeñas barcas. La que es larga se lleva a Valencia y se destina a las edificaciones (estatales) y a las casas (particulares)», explicaba por aquel entonces el geógrafo musulmán Al-Idrisi.
Después de la conquista cristiana en 1238, la actividad fue estimulada por una serie de privilegios para asegurar el abastecimiento de la capital del Reino y del Castillo de Xàtiva.
Así, Jaime I concedía en 1267 a la ciudad de Valencia el derecho a ser proveída libremente de madera desde cualquier rincón del Reino y por cualquier medio de transporte, incluyendo el fluvial por el río Júcar.
Desde 1261, toda la madera que descendía por el Júcar estaba libre de lezda y peaje, pero debía pagarse a los oficiales reales el llamado 'cinquentí' o 'cinquantè', un derecho de navegación que consistía en una pieza cada cincuenta que bajasen.
A mediados del siglo XV, el recuento de troncos se llevaba a cabo en Antella, aprovechando su paso por el Azud de la Acequia Real del Júcar donde tenían que salvar el desnivel y se ponía a prueba la habilidad de los gancheros. Así se desprende en 1448 de un pleito entre el alcalde de Xàtiva y unos mercaderes que se negaban a pagar la partida correspondiente del 'cinquanté' desde Antella hasta Alzira, donde los troncos eran extraídos.
Este trabajo natural estaba bien controlado y existen documentos antiguos en los que se detalla la forma de marcar los troncos para conocer su procedencia y calibre. De esta forma, se diferenciaban en 'madero' (m), 'quaderno' (q) o 'cabrio' (u).
En algunas ocasiones, las maderadas por el Júcar se vieron afectadas por las inundaciones, con lo que los troncos eran arrastrados hasta el mar o esparcidos por la llanura aluvial. Así, se llegaron a encontrar troncos marcados procedentes de Cuenca en las costas de Argelia.
En los últimos años ha aumentado el interés por recuperar el transporte fluvial en toda España por la relevancia durante muchos siglos para las comarcas. En este sentido, en las próximas semanas se creará en Antella la asociación de 'maeràs' del Júcar que cuenta con el respaldo del ayuntamiento y que ingresará en la asociación nacional, siendo la número 41 de todo el país.
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