Borrar
Urgente El precio de la luz repunta este lunes con la nueva tarifa: cambia la franja de las horas más baratas
La avenida del Oeste en 1953 y, en la parte superior, dos comercios de 1907 y 1915. :: RAFAEL SOLAZ
La avenida que quiso mirar al río
Valencia

La avenida que quiso mirar al río

La propuesta para introducir el doble sentido en la circulación permitiría dinamizar el que fue epicentro comercial de la ciudad Barón de Cárcer se diseñó como vial desde San Agustín hasta el puente de San José

ISABEL DOMINGO

Lunes, 28 de octubre 2013, 08:45

La avenida Barón de Cárcer «constituye el mejor ejemplo de la aspiración de la ciudad por construir espacios modernos, a imagen de otras grandes capitales europeas». La reflexión, hecha por el doctor en Historia del Arte David Sánchez, refleja el espíritu del proyecto de construcción de una avenida que no siempre tuvo la fisonomía con que la conocen hoy los valencianos. De hecho, nació en 1940 aunque el proyecto inicial data de 1907, siendo aprobado en 1911.

Fue ese año cuando se autorizó el Plan General diseñado por Aymamí, que contemplaba, entre otros aspectos, la ampliación de la plaza de la Reina y la Gran Avenida del Oeste, que discurriría desde la plaza de San Agustín hasta el puente de San José y buscaba convertirse en una vía rápida de conexión entre el norte y sur de la ciudad, facilitando el tráfico rodado. Un aspecto que, en cierto modo, resurge con la propuesta del ayuntamiento de peatonalizar el entorno de la Lonja e implantar la circulación en doble sentido en Barón de Cárcer, lo que ya ha recibido el apoyo de la asociación de comerciantes.

Ese proyecto de mirar al río no se retomó hasta 1929 en una operación urbanística similar a la realizada en la transformación de la plaza del Ayuntamiento, donde se desalojó el antiguo barrio de pescadores, residencia de las clases bajas. «Se buscaba sanear el barrio y conectar con el mercado Central», detalla el arquitecto Francisco Taberner, autor de varios artículos sobre la popularmente conocida como avenida del Oeste. «El proyecto de apertura seguía planteamientos decimonónicos de abrir avenidas de trazado recto, seccionando degradados barrios históricos, en línea con lo que habían hecho ciudades como Madrid, París, Londres o Viena», añade.

Una cirugía radical con dos cifras: 25 metros de ancho y 1 kilómetro de largo. «No se busca la protección del centro histórico sino una intervención para lograr una avenida símbolo de una Valencia moderna», añade. Surgieron detractores y la propuesta finalmente se redujo al tramo comprendido entre San Agustín y la plaza del Mercado.

El arquitecto Javier Goerlich ya estaba detrás de una reforma que se vio alterada por la Guerra Civil y no se retomaría hasta el primer trimestre de 1940, cuando comenzaron las obras de demolición por San Agustín. «Desaparecieron calles como la de la Higuera, Cobertizo de San Pablo, las Almas, Grabador Selma...», desgrana el investigador y bibliófilo Rafael Solaz. Es en 1943 cuando se aprueba la denominación actual, en memoria del alcalde bajo cuyo mandato arrancaron las obras.

Se crea entonces una frontera urbanística con el actual barrio de Velluters, hacia cuyo interior se desplaza la prostitución en lo que luego se llamará el barrio chino, y empieza a tomar forma un espacio clave del nuevo centro urbano, en el que aparecerán los primeros edificios de una altura desconocida hasta ese momento en Valencia. Según David Sánchez, «la avenida es un magnífico muestrario de la diversidad de estilos de estos años». Al nombre de Goerlich se unen los de Albert Ballesteros, Ignacio de Cárdenas, Miguel Colomina o Vicente Figuerola, autor de la Finca de Hierro que, aunque no forma parte de la numeración de la avenida, se considera su arranque.

La avenida pronto se convierte en epicentro comercial de la ciudad, una zona de tiendas emblemáticas, algunas consideradas como grandes almacenes (caso de la ferretería La Cadena). Solaz enumera unas cuantas: Galerías Todo, Almacenes Castaño, Ademar... «O el cabaret Balkiss, que da nombre al edificio del número 26», añade.

Llega 1957 y el ayuntamiento recobra el proyecto primitivo, prolongando la avenida desde el mercado hasta la esquina con Guillem de Castro. La movilización ciudadana y la riada, que condicionó los presupuestos de la ciudad, hicieron que el proyecto volviera el cajón. Así hasta la actualidad, cuando la propuesta sobre la Lonja ha vuelto a poner en el punto de mira a Barón de Cárcer. Un enclave del que tanto Taberner como Sánchez coinciden en destacar la necesidad de revalorizarlo, «acabando la vía con una plaza digna» (Taberner) y «mejorar su cuidado con una puesta en valor de su urbanismo y su historia, muy desconocidos por los ciudadanos» (Sánchez).

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias La avenida que quiso mirar al río