CARMEN VELASCO
Martes, 4 de febrero 2014, 01:24
Todos hablan bien de él. Las alabanzas no cesan: «sabio a reivindicar», «héroe en zapatillas», «dotado de un talento especial» y «referencia fundamental del rock mediterráneo». Todo eso y más es Julio Bustamante. El músico valenciano atrae ahora la atención mediática no por su discografía, que en sí ya lo merece, sino también por el documental 'Bustamante Perkins'. «Si veo un número largo y desconocido en el teléfono, no lo cojo», bromea. Luego, por mediación de su manager, atiende cada una de las llamadas porque está «superagradecido, aunque menos mal que todo este alboroto pasa». Así es Bustamante, un obrero de la canción, un cincelador de la palabra, un filósofo de la música.
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-Hace ya 33 años de su primer disco, 'Cambrers', ¿qué queda de aquel Bustamante?
-Las ganas de experimentar con las canciones. Los planteamientos que tenía al principio de hacer literatura y poesía con las canciones y de poder aprender mucho con la música se mantienen vivos. Uno nace para hacer las cosas que mejor sabe hacer y yo nunca he pretendido salir de la música. Si me he dedicado puntualmente a la literatura, porque he escrito relatos, novelas y libro-discos, ha sido para mejorarme como escritor.
-Ser licenciado en Filosofía Pura también ayuda, ¿no?
-Sí, claro. La filosofía, como forma de vida, me ayuda a comprender que mi vida es la música y que la escritura es una especie de religión. Yo me quedé enganchado de la literatura y de la filosofía y trato de transformarlo en canciones. Yo no busco canciones brillantes sino coherentes, es decir, que me sienten bien a mí y tengan significado para los demás.
-¿Se siente un orfebre de canciones?
-Eso sería una alabanza que me viene de perillas, porque de lo que más orgulloso estoy es de evolucionar a través de las canciones. No me conformo con cualquier cosa, soy muy exigente. Soy un obrero de la música convencido de que no hay nada mejor que hacer que dedicarme a ella.
-En tres décadas y una docena de álbumes, ¿qué ha cambiado más: usted o el mundo de la música?
-Yo me he ido haciendo mayor, aunque nada en la vida se queda siempre igual. Yo conocí los tiempos de ir por casa en el mundo de la música, la industrialización del sector, la aparición de internet... Los de mi generación nos hemos ido adaptándonos y lo hemos visto venir todo, hemos practicado el darwinismo musical para sobrevivir... y desde 2008 hasta ahora estamos viviendo la peor época.
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-Si echa la vista atrás, ¿renuncia a algunos de sus discos?
-No, me han costado mucho de componer, grabar y publicar. Estoy muy orgulloso. Más que de los discos o de las canciones, estoy satisfecho por lo que he tenido de esforzarme para conseguirlos.
-¿Qué espera del futuro?
-Continuar aprendiendo de la música, como arte y como disciplina de vida, y estar entre músicos. La música enseña austeridad, a estar centrado, me absorbe... Es una religión que me comunica con los demás y, en la vida, lo que importa es acercarse a las personas porque todo lo que te separa de ellas acaban siendo trampas.
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-En los años 70 su nombre se vinculó a Remigi Palmero y Pep Laguarda y ahora se rodea de una nueva generación de músicos jóvenes que lo están recuperando...
-Siempre he estado aquí. Para mí es una satisfacción tocar con Maderita y Fred i Son. A mis 63 años no me puede pasar nada mejor que hacer música con mis amigos en Valencia o en Barcelona. No me han pillado mayor porque me encuentro en forma y puedo con casi todo. Vivo la juventud que no me dejaron tener entonces, porque me tocaron años feroces, y ahora disfruto de una juventud sensata.
-Dicen que usted se entusiasma con cualquier cosa, aunque la situación del país no está para alegrías...
-Los músicos deben ser entusiastas. A mí me dicen 'va, vamos a tocar', y enseguida me animo. Y, sí, no es buen momento pero ahí están las mareas o los salvem, que evidencian que la unión hace la fuerza... Y la música ha de reflejar esta realidad y yo cuando he hecho canción protesta lo he hecho por necesidad, por no defraudarme a mí mismo como persona y porque soy un ser social. En este sentido, en el último disco hay dos temas.
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-Cantaba que 'Valencia no s'acaba mai'. ¿Cuántas Valencias hay en la ciudad?
-Hay varias y muchas veces no se conocen entre ellas y hay barrios que viven de espalda a la realidad de los otros y esta separación es extensible a los países y a la humanidad.
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