Lola Soriano Pons
Valencia
Lunes, 1 de abril 2024, 01:03
El parque natural de El Saler es idílico y mantiene un paisaje perfecto para disfrutar de la naturaleza y dar largas caminatas. El problema es cuando este espacio protegido queda invadido por caravanas e incluso por autobuses o vehículos antiguos de Bomberos reconvertidos en una ... casa sobre ruedas.
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Precisamente eso es lo que denuncian desde la asociación de vecinos de El Saler, «puesto que tanto los aparcamientos de la playa próximos al pueblo de El Saler, como los que hay junto al desmantelado polideportivo. Se han convertido en puntos de estancia de caravanas, donde pasan días, y es una situación que no se debe permitir», explica el presidente vecinal, Pere Pau Carrillo.
Este fin de semana, sólo en la matinal del sábado, eran 213 las caravanas o furgonetas tipo California (que tienen la opción de elevar el techo) las que estaban ocupando tres zonas de aparcamiento del paraje protegido. Y a ello hay que sumar que en muchos casos, llevaban también a cuestas motos, remolques y «hay gente que está aquí varios días con los perros y los sueltan y he visto que suben a las dunas que acaban de regenerar y romperán los huevos de los chorlitejos patinegros y abandonan los excrementos en la arena», describe Ramón, vecino que se muestra indignado con la falta de medidas.
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Lola Soriano Pons
La cuestión de fondo es que una cosa es estacionar y otra acampar y esto último está prohibido. De hecho, en el acceso al parking del antiguo polideportivo hay unas señales donde claramente lo indica.
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Tal como describe Pere Pau Carrillo, «algunos llegan con autobuses transformados en casa sobre ruedas y eso no creo que sea muy ecológico en pleno parque natural». Añade que es frecuente ver «cómo sacan las mesas y sillas. Comen y hasta hay casos de gente que se asea en las duchas de la playa». Y queda en el aire la pregunta de dónde reciclan los residuos humanos.
En un paseo por la zona, hay que reconocer que los presentes depositaban en bolsas de basura los restos de comida, barren su 'parcelita', algunos tienen los perros atados y otros no, y algunos despliegan placas solares para tener energía. También se comprueba que sacan a los aparcamientos mesas, sillas, tumbonas, cacharros de cocina y, incluso una joven, asea una furgoneta enrollada con una toalla de la ducha, sin pudor alguno.
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Ramón argumenta que por «las aplicaciones se van avisando y como ven que no multan, pues vienen y es un efecto llamada. Sólo en la pandemia, cuando cerraron las duchas de la playa para evitar contagios, es cuando bajó el número de caravanas». Y opina que es preciso «poner un retén y que vengan más a patrullar para que les informen de que no se puede acampar aquí».
Entre los vehículos hay matrículas de España, Holanda, Reino Unido, Dinamarca y Finlandia.
Pere Pau expone que en estos meses «en el bosque se han producido incendios. ¿Alguien tiene controlados a los que vienen y se quedan? porque si hubiera que desalojar de urgencia, podría haber un problema».
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