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José Manuel Ortuño
Lunes, 5 de mayo 2014, 17:54
Los vecinos y empresarios la zona de la playa de Valencia siguen pagando las consecuencias del botellón que se produce cada fin de semana. De momento, «los jóvenes sólo acuden a la zona cercana a las discotecas» para beber, aunque como indicó Ana, una residente de la zona, están convencidos «de que en verano será por todo el paseo».
El año pasado, muchos de los turistas que querían pasar unos días de tranquilidad junto al mar se veían obligados a abandonar los hoteles por el continuo y molesto ruido que provocaba la ingesta de alcohol en la calle por las noches, algo que ha obligado hoteleros a tratar de paliar sus efectos.
Como indicó a este periódico Fernando Turanzo, gerente del hotel Miramar, «hemos estado recibiendo quejas por el alboroto nocturno, lo que nos ha obligado a realizar inversiones en las fachadas, como poner doble cristal en las ventanas». El también secretario de la Asociación de Empresarios de la playa de las Arenas añadió que conoce «de otros compañeros que también lo han hecho».
«No sólo eso. Además, los restaurantes se encuentran por la mañana con la basura y los destrozos que dejan algunos de los que se dedican a hacer botellón. Algunos, incluso, orinan en las terrazas y las puertas. No puede se que sigamos así», lamentó Turanzo.
Tal es el ruido que se produce que han decidido pedir «un informe rústico» que nos dice que se «alcanzan niveles superiores a los que marca la ley. Lo hemos enviado al ayuntamiento y lo próximo que haremos será irnos al juzgado de guardia si continúan sin hacernos caso», advirtió.
Los usuarios del Hotel Solyplaya también se han quejado. Como explica Antonio: «aquí los clientes vienen a descansar, pero se encuentran con todo el jaleo que se monta en la calle y, como es lógico, protestan». En ocasiones han tratado de que bajen un poco la música, pero sin fortuna. «Les pedimos que quiten volumen a las radios de los coches, porque la escuchan con el maletero abierto. Salimos y tratamos de hablar con ellos, les sugerimos que tiren las botellas a la basura porque esto es una playa que tiene hoteles, pero como van bebidos, con muchos es complicado».
Los problemas con la suciedad también afectan de un modo considerable a los vecinos, que se quejan de que en la playa sí que se limpia, «pero no tanto en los parques y descampados», apunta Rafa, residente en la zona. «El otro día, sin ir más lejos, había aquí 2.000 aficionados del Sevilla y no hay suficientes papeleras y retretes para tanta gente».
Los gorrillas
El último de los incordios son los gorrillas. Es sencillo verlos discutir entre sí por un hueco y, como resaltó Marcos Martín, un vecino, «lo que no puede ser es que se dediquen a coaccionar. Si no les das dinero parece que te van a rayar el coche o a robártelo. No tengo por qué verme en la obligación de pagarles», lamentó.
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