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Voluntarios paseando a perros en el parque de Cabecera, en una imagen cedida por Modepran. :: lp

La Protectora reclama voluntarios para paliar la saturación de la perrera

Los cachorros se derivan a «nodrizas» que los cuidan un tiempo en sus casas y evitan el hacinamiento del refugio de Benimàmet

P. MORENO

Domingo, 17 de agosto 2014, 23:35

Sacar a pasear a los perros, encargarse de las crías, limpiar y reparar los boxes en los refugios. Cualquier ayuda es buena para el funcionamiento de las mal llamadas perreras y paliar de alguna manera la saturación perenne que se registra en la de Valencia.

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La asociación Modepran hizo ayer un llamamiento en busca de voluntarios que tapen los huecos dejados por los habituales. «Es normal que en verano haya menos participación», indicaron. En Valencia colaboran unas 70 personas, mientras que en las instalaciones de Paterna hay una treintena.

Voluntarios y donativos son pilares de la actividad de la Protectora, que necesita más recursos cada día pese a que la aportación del ayuntamiento no ha sufrido recortes. Los boxes están repletos de animales y pese a que el nivel de adopciones es bueno, se ven desbordados por los abandonos.

Ejemplo de esta necesidad es «cuando llegan casos extremos de animales enfermos, asociales, bebés o ancianos. Además de los trabajadores, veterinarios, adiestradores y voluntarios, entran en acción las casas nodrizas, las de acogida y un auténtico ejército de más de 5.000 amigos en las redes sociales», precisaron.

Los donativos son fundamentales para mantener con vida a los perros. «Desde un euro, aceptamos de todo. Dinero, comida, mantas, correas y cestas, lo que puedan darnos». La crisis no ha mermado la solidaridad. «Es un goteo y a veces hay sorpresas agradables de donativos de 500 euros», precisaron. Para la asociación «todas estas personas hacen posible la difusión de los animales y la recaudación de donaciones para las curas, entre otras cosas. Con esto se consigue que aquellos animales que constituían un riesgo para la sociedad, por enfermedad o agresividad, puedan reintegrarse en nuestro mundo de forma sana y segura».

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Casos no faltan, debido a que junto a cada perro hay una historia que contar. «Calcetín llegó a la Protectora al morir su dueño. Además de muy asustado, estaba muy malito y sus huesos estaban muy debilitados, por lo que hubo que operarlo de la patita trasera».

Los males no acaban ahí para este perro. «Ahora se encuentra en tratamiento de Leishmania y preparándose para una nueva operación, esta vez en la patita delantera. Mientras se recupera en una maravillosa casa de acogida. Todos estos procesos son costosos y no serían posibles sin la colaboración de mucha gente», subrayaron.

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Parte importante del voluntariado consiste en pasear a los perros. De este modo eliminan el estrés acumulado en las jaulas. Desde el recinto de Benimàmet, lo habitual es dirigirse por los campos de huerta hasta el parque de Cabecera y el viejo cauce. También se han realizado visitas a residencias de ancianos. «Es increíble lo que disfrutan las personas mayores cuando les llevamos a los animales», precisaron.

Hay adopciones más complicadas. «El caso de Chula es de este tipo, es uno de los perros mal llamados peligrosos; llegó tan asustada y tantos traumas por haber sido peleada, que durante mucho tiempo no quiso relacionarse con nadie (ni personas ni animales)».

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Por esta razón ha necesitado «terapia, paciencia y, sobre todo, mucho cariño para convertirse en la fantástica perra que es ahora. Actualmente está preparándose para formar parte de una familia». Para casos como el de este animal y muchos otros, los voluntarios son esenciales para la Protectora.

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