P. MORENO
Martes, 21 de octubre 2014, 23:46
«Han utilizado hasta un horno que hay al lado para cocinar una paella». La degradación de las alquerías del Moro y de la Torre, ambas en el barrio de Benicalap, se han agravado los últimos meses debido a las entradas habituales de saqueadores de metales, así como a las fiestas ilegales y botellón que se produce en sus inmediaciones.
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La asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio ha vuelto a alertar al Síndic de Greuges para forzar al ayuntamiento a que tome cartas en el asunto, lo mismo que se pide para el cercano Casino del Americano.
En este último caso, dijo César Guardeño, presidente de la entidad, la situación es más grave si cabe debido a que la propiedad ya está en manos del ayuntamiento. «Que hagan lo que sea pero que eviten la ruina», indican acerca del mal estado de las instalaciones, ocupadas con frecuencia y que se ha convertido en una especie de vertedero.
En la alquería de la Torre, indicó Antonio Marín, de la asociación Cercle Obert, el riesgo es que un día cualquier se desplome parte de la cubierta. El inmueble es propiedad del Valencia C.F. y forma parte de la permuta de solares que acordó con el consistorio a cambio del solar municipal de Cortes Valencianas, donde se levanta el inacabado campo de fútbol. En este lugar es donde se suelen celebrar últimamente, fiestas ilegales y botellón los fines de semana, según comentó Marín.
La alquería del Moro, una de las más valiosas de la ciudad, también es propiedad municipal. En ambos casos se incluirán en la ampliación del parque de Benicalap, aunque los vecinos son pesimistas de que esto se haga en unos pocos años.
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Luz Divina Torrico, miembro de la directiva de la asociación de vecinos de Ciudad Fallera, señaló que los residentes están alerta al mínimo indicio de ocupación ilegal. «Como es un itinerario que hacen muchos padres con sus niños hasta el colegio Argos, cuando ven algo fuera de lo normal llaman a la policía de barrio», destacó.
Episodios hay para todos los gustos, como cuando apareció una familia en furgoneta. «Llevaban hasta colchones, pero la policía les impidió quedarse». En el caso de la alquería de la Torre, el Valencia presentó hace meses un proyecto en el consistorio para tapiar la parcela e impedir el acceso. «Lo último que sabemos es que esperan el permiso de la Conselleria de Cultura», comentó Torrico.
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Y es que las dos construcciones están protegidas. La alquería del Moro es mucho más antigua y ensalzada por los expertos, aunque debido a los saqueos se tuvo que tapiar por completo, al menos en la fachada principal.
En la parte trasera hay señales de entradas ilegales. Las dos ventanas de la primera planta están reventadas. En una han desaparecido los ladrillos del tapiado, mientras que en la otra han levantado una reja metálica para poder entrar.
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Justo delante, de la cubierta original de retiraron todas las tejas por el riesgo de desplome, recuerda Torrico. «Las pusieron en un montón al lado y creemos que se las han ido llevando poco a poco», dijo.
Alrededor está todo repleto de matorrales. La alquería tiene dos construcciones separadas por un camino, además de un campo que forma parte del mismo conjunto, aunque los vecinos creen que sigue siendo propiedad pública. De momento escenarios de botellón, paellas y ocasionales saqueos hasta que llegue la ansiada rehabilitación.
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