Jose Forés Romero
Viernes, 5 de diciembre 2014, 18:24
Es ley de vida en algunos casos y en otros, pura norma económica. Pero, por lo que fuere, lo cierto es que en los últimos tiempos, el centro histórico de Valencia se está acostumbrando a despedir a establecimientos centenarios y que han marcado una época en la ciudad . Como el hotel Reina Victoria, en la calle de las Barcas, que fue inaugurado en 1913 y es obra del arquitecto Vicente Ferrer. Las deudas del grupo gestor, la cadena Husa Hoteles (propiedad de Joan Gaspar), han provocado el cierre del establecimiento hotelero más veterano de la ciudad. Por sus instalaciones han pasado el fotógrafo Robert Cappa, el poeta Federico García Lorca o los escritores Jacinto Benavente y Ernest Hemingway. Se rumorea que el hotel puede reabrir en el futuro con otro operador al frente, con lo que podrán seguir brillando sus lujosas marquesinas y revestimientos de alto nivel.
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Por su parte, el comercio que dice adiós el próximo 31 de diciembre por cuestiones personales, es la Horchatería El Siglo. Un mito ubicado a los pies de la iglesia de Santa Catalina desde 1836. La jubilación es el motivo por el que miles de valencianos perderán un establecimiento que les evoca el pasado con copiosas y multitudinarias meriendas familiares, o al presente con la esencia del sabor de los buñuelos, los churros y horchatas. Un lugar que guardará entre sus paredes protegidas por la ley, miles de historias. «Llevamos toda una vida, ahora nos jubilamos y los dueños de la finca la han vendido. Este es un negocio muy familiar, donde los trabajadores forman parte de ella», cuenta Maria Julia Comeche Mateo, una de las propietarias junto a su hermano y los respectivos cónyuges.
Tanta es la familiaridad que hoy, una joven llamada Sonia, guía turística de profesión, les llevaba un presente ante la inminente despedida del negocio y ante lo que no podía evitar derramar unas lágrimas. «Es que se han portado siempre tan bien, me da una pena terrible», explicaba la joven.
Son ejemplos que borran del mapa comercios de toda la vida, de los que quedan pocos. Aunque los hay quienes resisten como titanes, como en la armería Navarro, que sigue abierta desde 1840. «Antes estaba en la calle Bordadores, luego aquí en San Vicente y yo soy su sexta generación, y la verdad es que se han cerrado innumerables comercios centenarios y ajora esto se llena de franquicias que abren y a los dos meses están fuera» explica Marta Navarro.
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