Jose Forés Romero
Jueves, 12 de febrero 2015, 17:00
Se calcula que cerca de 300.000 valencianos sufren pobreza energética. Son víctimas de la constante subida de la factura de la luz y rematadas con violencia, bien por las pensiones no contributivas, o por el cierre de empresas y la falta de trabajo.
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Juan Sahuquillo es ejemplo de ello. En los buenos tiempos su trabajo como camarero en locales de enjundia, le daban para vivir sin sobresaltos y por supuesto, sin temor a que llegara una carta de la empresa energética que hoy en día le produce pesadillas. «Ahora tengo miedo cada vez que viene una carta. Imagina que yo ganaba 1.800 euros al mes y ahora que soy parado de larga duración, no tengo nada, ni un euro, menos mal que vivo en esta casa que era de mi madre que falleció hace dos años y está sin cargas», declara entre lágrimas este valenciano que sufre como muchos una carga que supone como media, pagar el 13 % de los ingresos en energía doméstica.
La desesperación de este y otros ciudadanos solo se sobrelleva con la ayuda de los más generosos. En su caso, la procedente del Banco de Alimentos y la de sus amigos que hacen más llevadera la vida de este hombre cuya vida giró bruscamente por cuestiones personales. «Murió mi hermano y luego mi madre que sufría alzheimer por lo que me tuve que hacer cargo de ella, y a partir de ahí me quedé sin trabajo», explica Sahuquillo.
En estos tiempos de frío, Sahuquillo ahorra hasta límites casi inhumanos en todo aquello que tenga que ver con enchufar cualquier aparato. «Nada de estufa y solo me puedo duchar tres veces a la semana, porque hay que pagar la luz, el agua, el seguro de vida y no llego», comenta este hombre de 54 años que no tiene fortuna a la hora de encontrar trabajo a pesar de su experiencia.
Son casos, como el de Juan, extremos, pero cada vez más frecuentes. Y no parece que la tendencia vaya a cambiar en una Comunitat donde desde 2012 el consumo de la luz ha caído notablemente, por mucho que los datos de enero de 2015 hayan deparado una subida al respecto. Y es que la tarifa en España creció cuatro céntimos entre 2007 y 2011, mientras que en el resto de la Unión Europea, el incremento se quedó en dos céntimos.
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