

Secciones
Servicios
Destacamos
Carlos Garsán
Jueves, 23 de abril 2015, 21:15
Si se pasean por el casco antiguo de Valencia probablemente se hayan topado con alguna de las obras de arte que nos ocupan en estas páginas. No vienen enmarcadas ni están aisladas con cintas protectoras aunque, indudablemente, conforman buena parte del panorama visual del siglo XXI. Se trata del Street Art, movimiento que incluye aquellos murales efímeros que retan a la escritura grafiti con mundos de fantasía entre edificios y solares. Tras décadas de idas y venidas, parece que, finalmente, el cap i casal se rinde ante unas pintadas que ya pocos confunden con el vandalismo.
Para alcanzar la ansiada convivencia, muchos de los artistas urbanos se han dejado querer por iniciativas mainstream que les han acercado a un público a veces alejado de sus peculiares universos. El célebre Escif, por un lado, se atrevió hace apenas unas semanas a plantar su primera falla, una cremà sin igual que, de la mano de la comisión Mossén Sorell-Corona, inundó el Carmen de coches y contenedores de madera que ardieron bajo el lema Todo lo que sobra. Otros artistas cambian el duro muro por las suaves sábanas. Es el caso de Julieta XLF, que ha colaborado con una compañía del sector textil para la creación de una colección de tejidos con el peculiar toque naif que caracteriza sus obras callejeras. Lo cierto es que, aunque el Street Art no es nuevo, sí lo es su presencia en foros donde antes no estaba considerado.
En Valencia, sin embargo, desembarcó con retraso. Mientras que las primeras intervenciones llegaron con el efecto 2000, fue en la década de los 80 que cargó sus botes de spray en la ciudad de Nueva York. Antes, allá por 1969, comenzó la primera parte del movimiento con la escritura grafiti. Pero lo que aquí nos ocupa es la actualidad, un ahora en el que el arte urbano valenciano "goza de buenísima salud", indica Belén García Pardo, investigadora de la Universitat de València especialista en grafiti y miembro de la Asociación Valenciana de Críticos de Arte (AVCA).
Street Art y turismo
"No podemos pecar de soberbia, pues Madrid y Barcelona son muy cosmopolitas . Sin embargo, lo bueno que tiene Valencia es que nuestras piezas son de artistas suficientemente mediáticos, reconocidos internacionalmente y, sin ser encargos, tienen calidad [] Una ciudad se llena de Street Art dependiendo de la facilidad a la hora de hacer intervenciones espontáneas y Valencia no las persigue en demasía", explica García, que recuerda haber visto a fotógrafos de National Geographic tomar instantáneas del arte urbano valenciano.
Más de una década lleva la investigadora desgranando las claves de un mundo aparentemente impermeable que, tímidamente, abre sus poros hacia el resto de la sociedad. "Con ellos se da el caso de que exponen en el Centro del Carmen y en la calle se les quita la pintura. Eso no se haría con otro artistas", apunta García, que destaca de las propuestas valencianas su poder de atracción. Un turista atípico, sí, pero complementario.
Para muestra, un botón. La investigadora ha colaborado estrechamente en la creación de la primera ruta de Street Art de Valencia, un tour organizado por CaminArt que recorre los murales más destacados de Ciutat Vella. Esta actividad, que se realiza desde hace años en otras ciudades españolas y en el resto de Europa, viene a demostrar un cambio que, si bien mantiene el arte urbano en la calle, lo presenta con otros ojos. El tour realiza hoy mismo su segunda salida, un recorrido por las obras de Deih, Cere o Blast en el que no se trata solo la cuestión estética. El arte urbano cuenta con sus propios códigos, una terminología ahora al alcance de los curiosos por saber algo más de aquello que decora medianeras o fachadas.
Cuestión de tamaño, el más grande de los murales de la ciudad se encuentra en la plaza de la Bocha con 36 metros de largo y 6 de alto. La obra, confeccionada por diferentes artistas liderados por José Antonio Espinar, ocupa la trasera del convento de de la Encarnación, inmueble cuya fachada frontal mira a la calle Guillem de Castro. Su creación, sin embargo, no fue del todo espontánea, pues partió del deseo de la misma asociación de vecinos de Velluters, que busca con esta obra poner el punto de partida a la revitalización de la zona. Poco más de una semana tardaron los artistas en crear la enorme pintura, que se sitúa junto a la histórica sede del Gremio de Maestros Carpinteros, ubicada en la calle Balmes.
Con este emblemático edificio del siglo XVIII como vecino, la propuesta de los artistas urbanos en Velluters se muestra como una mezcla de estilos que, dentro del caos, consigue una extraña coordinación. Pese a tener pocos meses de vida, el mural de la plaza de Botxa ya se ha convertido en un referente del Street Art valenciano y, de paso, en un claro ejemplo de los procesos de colaboración entre los artistas urbanos y el resto de ciudadanos que han de convivir con las obras.
La aceptación y la apreciación pasa forzosamente por darse la mano, un camino que han de recorrer en sintonía con los vecinos de aquellos muros que sirven de lienzo para estos creadores sin pincel. En el caso de los comerciantes de la zona, empiezan a acoger las obras como parte del patrimonio popular de cada barrio, murales que ya distinguen de aquellas acciones vandálicas que poco o nada tienen que ver con estas manifestaciones. "El arte urbano, si es de calidad, dignifica el entorno y le da personalidad. Obviamente, esto no tiene nada que ver con los que rayan en un escaparate", afirma Julia Martínez, gerente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de Valencia.
Conscientes del tirón, la asociación de vendedores ya hace uso de sus canales de comunicación para promocionar unos murales que forman parte del atractivo del barrio, aunque su impacto económico todavía esté por determinar. "Hay interés por estas obras, son muchos los turistas que las buscan y paran a fotografiarlas. Dignifica lugares como los solares abandonados. Es importante que la gente valore el centro, lo descubra y pase por los espacios que todavía no conoce", añade Martínez.
Firmas de éxito
Aunque mantiene continente, el arte urbano ha revolucionado su contenido. La oferta ha cambiado de acuerdo con la sensibilidad estética de cada creador y, también, de cada época. Un ejemplo de esta revolución es el caso del ilustrador valenciano Deih, que ha encandilado a más de uno con una estética futurista basada en la ciencia ficción que, en el fondo, guarda con celo ideas tan universales como la autoestima o la relación del ciudadano con el entorno. "Me interesa la ciencia en general, me inspira mucho. A partir de ella se pueden realizar analogías muy potentes, es un lenguaje con el que puedes mostrar cosas que suceden aquí, pero con otro envoltorio", cuenta el artista.
Dice pintar sobre muros abandonados "para no molestar a nadie", creaciones que llegan a un Carmen que se "está revitalizando desde un punto de vista artístico". De la pintura callejera valora el elemento de sorpresa. Mientras que en el museo el espectador busca la obra, en la calle es la obra la que se topa con él. Un encuentro furtivo que parte de un enigma ilustrado que invita al mirón a la reflexión. "No intento educar a nadie, pero la educación no se trata solo de adquirir conocimientos. También pasa por incitar a ver las cosas desde otra perspectiva. No todo tiene que ser blanco o negro, del mismo modo que un muro no está solamente limpio o destruido", explica.
Deih es uno de los protagonistas de la transición del Street Art, del "acto vandálico" a la "pintura creativa", un cambio en la percepción social que, incluso, lo ha llevado a impartir talleres en el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia. Licenciado en Bellas Artes por la Universitat de Politècnica de Valencia, explica que el mural callejero puede dar visibilidad a "muros olvidados y conceptos adormecidos", despertando tanto la conciencia social como la más íntima de los vecinos del barrio. Por lo pronto, su trabajo le ha llevado recientmente a protagonizar el sold out de sus láminas, Self Searching, en la galería neoyorquina UTB Under The Bridge. Porque el Street Art no es solo cosa de muros y medianeras, ahora explora como nunca otros soportes para cruzar fronteras y charcos.
Este éxito internacional ha sido sin duda otra de las claves para la aceptación local de una forma de arte que llegó a Ciutat Vella con fuerza, pero más tarde que en otros lugares de Europa. Ahora, con el apoyo de vecinos y comerciantes, vive una época dorada en la que cada vez se ven más ejemplos de este tipo de creatividad, que promete convertirse en una atracción turística.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.