Valencia a través de sus edificios

Más allá de los edificios icónicos que tiene Valencia y de las corrientes arquitectónicas que los marcaron, la ciudad posee otras construcciones que, por su singularidad, merecen un reconocimiento que, a día de hoy, parece estar lejos de producirse. «Hay muchos edificios de gran interés que no conocemos en profundidad y que además no enseñamos o no sabemos hacerlo y deberíamos aprender. Forma parte del arte y de conocer la ciudad. Valencia tiene mucho que ofrecer», sostiene Mariano Bolant, presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia (CTAV).

Esa ruta de edificios alternativa a los que habitualmente se enseñan a los visitantes, podría estar encabezada por la creación de un arquitecto cuya obra fue determinante en el estilo de Valencia. Javier Goerlich. Uno de los creadores de la joya del neobarroco valenciano como es el Banco de Valencia, pero que dejó numerosas joyas e improntas como la del colegio mayor Luis Vives de Blasco Ibañez. «Es un tipo de edificio barco, simétrico, entrada central, dos elementos verticales que centran el acceso y dos alas laterales alargadas y que supone un gran ejemplo del racionalismo», explica Bolant.

Coétaneo de Goerlich y colaborador suyo fue Cayetano Borso di Carmenati. Otro valenciano que dejó huella por toda la ciudad con monumentos como el del edificio Rialto. Inspirado en otros espacios similares como el Universum de Berlin, el parisino Gaumont o el cine Capitol de Madrid, fue concebido como un gran cine con salas de café y restaurantes cuya influencia del lenguaje decó queda muy marcada y sumamente reconocible. Se construyó entre 1935 y 1939.

De esa época también es el Edificio y Fábrica Buch. Ubicado en las calles Quart y San Jacinto y del arquitecto Luis Albert Ballesteros. Arquitectura purista que fue promovida por el cónsul alemán de la época, Máximo Buch, para la construcción de una fábrica de cepillos y edificio destinado a oficinas y viviendas. Las posteriores intervenciones conservaron la estructura original. Se mantienen las viviendas y la fábrica es ahora la sede de la conocida Escuela de arte y diseño Barreira.

Otros espacios singulares los podemos encontrar en ubicaciones trascendentales para la ciudad. Caso del edificio Merle, que preside la calle San Vicente y la plaza de San Agustín. Otro ejemplo de un arquitecto esencial como es Ignacio de Cárdenas Pastor, cuyas obras más conocidas son los edificios Telefónica de Madrid y Valencia. En el Merle recogió influencias tardías del llamado expresionismo funcionalizado como así lo cataloga la guía de Arquitectura elaborada por el CTAV.

Singular, reconocible y a veces olvidado, resulta también el edificio Gómez Trenor. Más conocido como la Torre de Valencia. Diseñado por uno de los profesionales con más prestigio en el panorama patrio como era Luis Gutierrez Soto. Sito en la Gran Vía Marqués del Turia y Plaza América, este espacio supuso en 1960, año en que finalizó su construcción, el edificio más alto de Valencia con sus quince plantas.

Hablando de arquitectos prestigiosos , uno de los que ahora está siendo más reconocido en el panoram internacional, Guillermo Vázquez Consuegra también dejó su huella con un edificio, criticado y venerado a partes iguales, el del MUVIM, que se terminó en 2001. «Con esta obra además se cambió y mejoró todo el barrio de Velluters. Los jardines, las plazas, viviendas, un logro que se inició con este hito», comenta Bolant.

Para cerrar este viaje alternativo por edificios singulares de Valencia, paramos en la Ciudad Politécnica de la Innovación de Luis Manuel Ferrer Obanos. De imponente fachada , se presentó como un centro flexible en usos y que tardó ocho años en levantarse. Se trata de un gran volumen de tres alturas revestido con paneles de madera y pieza cúbicas que en su caso vienen revestidas por laminas horizontales de vidrio serigrafíado. Un espacio que juega permanentemente con la luz natural.