Lo que esconde la Casa de los valencianos

La publicación de una obra coordinada por Juan Lagardera y con los textos de Rafaela Soriano y la del prestigioso arquitecto Javier Domínguez saca a la luz la historia de la plaza del Ayuntamiento y la del edificio que lo preside. «Exponemos y desarrollamos la parte arquitectónica e iconográfica del palacio consistorial y el enorme contenido que se encuentra en el Museo de la Ciudad. Pero para entender estos dos emblemas, primero hay que conocer el desarrollo histórico de construcción de la plaza que contamos en Museo Histórico Municipal», explica Domínguez.

Así que el libro arranca analizando la plaza, desde la primitiva Bajada de San Francisco, y la Tortada de Javier Goerlich a la plaza actual emanada de los años 60, como plaza nudo de tráfico con explanada lúdica. «La configuración de esta plaza se realiza en pleno crack del 29, es decir, que ante la falta de globalización, y dado que aquí hay una fuerte y buena posición económica, las grandes familias y la burguesía valenciana apuestan por construir grandes edificios que configuran esta plaza», comenta el arquitecto.

En esa nueva zona se levanta el Palacio Consistorial. Los arquitectos Carlos Carbonell y Francisco Mora resolvieron «con eficacia», según el arquitecto, el inmueble que cohabita junto el edificio de la Casa de la Enseñanza. «En el edificio hay una riqueza tremenda y se plasma las ansias de destacar de la población, por ejemplo en el Salón de Cristal se pueden ver los mejores mármoles y más caros procedentes de Italia», comenta uno de los autores de los textos de esta pieza.

Domínguez también destaca que en el desconocido pero grandioso Museo Histórico de la Ciudad se custodian objetos de gran importancia. «Se guardan los planos de Tosca y Mancelli que cartografían la realidad urbanística de ciudad y la información que contiene son imprescindibles para conocer la ciudad», explica Domínguez. Además, aquí se encuentran otras joyas como el códice dels Furs y el Llibre del Consolat del Mar, la Real Senyera y el Penó de la Conquesta.