Barraca 152, casa rehabilitada que podría recibir la licencia a partir de esta semana.

Oxígeno para el Cabanyal

El Consistorio notifica las primeras licencias de obras suspendidas en 2010

Lola Soriano

Jueves, 14 de mayo 2015, 21:06

Durante los últimos cinco años muchos vecinos del Cabanyal han estado pendientes de las últimas noticias para ver si se desbloqueaba la concesión de licencias para construir sus sueños en el antiguo barrio de pescadores. La semana pasada fueron aprobadas por el Ayuntamiento 27 permisos de obra, que poco a poco empezarán a llegar a los particulares y empresas. Es el inicio de la vuelta a la normalidad.

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Desde la orden ministerial de González-Sinde, que limitaba las actuaciones en este barrio marinero, han visto cómo sus hijos pasaban de bebés a niños con ganas de tener sus raíces cerca del mar. Los comerciantes han tenido que salir adelante sin poder abrir el negocio donde tenían proyectado y los que habían heredado la casa de sus padres, estaban a la espera de reformarla para seguir con la tradición.

Han sido cinco años de espera duros, porque mientras los vecinos trataban de seguir con su día a día, la realidad del barrio ha estado dormida en el tiempo durante 1.835 jornadas de sol y luna.

Incluso en algunas calles la degradación de las viviendas y los problemas de convivencia social, por el crecimiento de la población marginal, han puesto a prueba la paciencia de los vecinos de toda la vida.

Las manzanas afectadas por el proyecto de ampliar Blasco Ibáñez hasta el mar siguen de momento a la espera de una decisión, pero en el resto de la trama urbana que está fuera de la prolongación ya se ha levantado el veto para poder actuar.

En abril, a un mes vista de las elecciones, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, anunció en su visita a Valencia que se desbloqueaban las licencias del Cabanyal y, de hecho, los técnicos de la concejalía de Licencias han terminado esta misma semana de revisar los 27 proyectos que tenían el visto bueno inicial para obtener los permisos municipales, pero que habían sufrido una suspensión cautelar por la orden dictada por el Ministerio de Cultura en abril de 2010.

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Desde el pasado lunes, indicaron ayer fuentes municipales, ha comenzado el proceso de llamadas a los interesados para indicarles la aprobación de las licencias, así como las notificaciones oficiales, que llegan en forma de goteo conforme se van solventando los trámites. Muchos de los vecinos que esperan la licencia se han acercado en persona, o bien a través de sus arquitectos o abogados, al Ayuntamiento para saber si la noticia anunciada era cierta.

Después de esta primera tanda llegarán otros permisos, dado que el concejal de Urbanismo, Alfonso Novo, calculó hace poco que hay en espera más de 40 expedientes paralizados a la espera del desbloqueo promovido por la revisión del plan urbanístico.

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Entre ellos se encuentra Miguel Moliner. "Mi proyecto es uno de los que ya han revisado y que en unos días empiezan a informar y a enviar notificaciones. Ojalá no tarde en llegar", explica este vecino.

Reconoce que ha sido un tiempo de espera duro, porque además, "donde compré el solar para hacer la casa está lejos de la avenida que proyectaban y podía estar ya la casa hecha. Ahora estoy a la espera de recibir la licencia para ver qué hago".

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Este vecino empezó con el proyecto en 2008 y, cuando ya tenía aprobado el modelo de fachada que quería el Ayuntamiento para la casa, le pilló la paralización.

"Estos últimos años ya puse hasta el solar en venta porque veía que la cosa estaba parada, pero como no todavía no tenía la licencia, me ofrecían muy poco dinero . Ahora que parece que la licencia va a llegar, tengo que pensar si opto por vender el terreno, ya que con la licencia en mano ya es más fácil encontrar compradores, o si sigo adelante con la idea y levanto la casa".

Decisiones

En este caso, Miguel tendrá que hacer números y tomar una decisión, pero lo importante es que está esperanzado en que la licencia llegue. "En este tiempo nos ha crecido hasta un árbol en la parcela. Lo he limpiado en varias ocasiones, pero como por bajo pasaba un manantial, vuelve a salir", añade.

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Otra familia que está deseosa de poder echar sus raíces en el Cabanyal es Francisco Mulet y Eva Carrascosa. Se compraron una propiedad en la calle Tramoyeres "porque mi mujer es del barrio, se crió en la calle Escalante, casi ya a la altura de la avenida de Los Naranjos, y su ilusión es volver a su barrio y estar cerca de su madre".

Han acudido también varias veces al Ayuntamiento para ver cómo va lo suyo y "estamos a la espera de la notificación porque estos días ya estaban mirando los proyectos".

Mulet explica que nada más tengan el permiso en mano llamarán a su arquitecto para ponerse manos a la obra y retomar la iniciativa.

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"Sin prisas, pero queremos comenzar cuanto antes. Han pasado más de cinco años de espera, pero a estas alturas, no vamos a vender la parcela porque sería malvenderlo. Nos haremos la casita que tendrá 140 metros en dos plantas y una terracita de 30 metros cuadrados. Son 170 metros cuadrados en total. Vivimos ahora en el barrio de Orriols y tenemos ganas de venirnos con los chiquillos al barrio".

Esta pareja de vez en cuando entra en la propiedad, donde hay una pequeña construcción que eliminarán en cuanto tengan los permisos.

El caso de Juan C. es distinto. Tiene una planta baja donde antes había instalado un comercio, pero ahora quiere hacer un cambio de uso para habilitar el bajo como garaje. "Nos han dicho que está a punto de caramelo. Que está todo correcto", afirma. Este vecino ya tiene preparado hasta el rebaje de la acera para poder tener el garaje y poner el vado en su propiedad del Canyamelar, muy cerca de la plaza de la Armada Española, zona que está muy alejada de la zona afectada por el Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Cabanyal (PEPRI).

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En la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, según ha podido saber este periódico, también están pendientes de la inminente resolución de las licencias que habían quedado suspendidas cautelarmente.

Esta parroquia, que también está fuera del ámbito de la prolongación, había solicitado permisos para realizar dos actuaciones. Por un lado, habilitar unos nuevos espacios en la iglesia para los salones parroquiales que hay que reedificar y, por otro lado, crear una nueva aula en el colegio del Hogar perteneciente a esta iglesia. El objetivo es hacer una clase para los niños que necesitan un seguimiento o educación especial. El aula que había con anterioridad ya no existe y había que volverla a construir.

Obtener los permisos para poder prestar los servicios educativos que tienen proyectados también es vital para ellos.

En la lista de las 27 licencias que recibirán la próxima semana el visto bueno también se encuentra un proyecto que tiene que impulsar la empresa del plan del Cabanyal-Canyamelar para crear casas para los posibles futuros realojos.

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El solar se encuentra en la calle Padre Luis Navarro 206. Es un terreno donde está proyectado levantar dos alturas de 45 metros cuadrados cada una, pero que también quedó atrapado por la paralización. Ahora cuando reciban la licencia, habrá que licitar la obra para construir las viviendas de realojo y dar una nueva oportunidad a residentes del barrio.

En la calle de la Barraca 79, también se ha revisado estos días una iniciativa que presentó un empresario hostelero para rehabilitar un edificio donde ideó abrir siete apartamentos turísticos para potenciar el potencial del Cabanyal. La próxima semana podría llegar la notificación municipal.

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Los cinco años de paralización de estas licencias también se han traducido en desilusión para muchos vecinos que habían pedido permisos. De hecho, algunos que han podido saber estos días que en breve les llegará la licencia, han decidido tirar la toalla y no construir en el solar que habían adquirido, bien por sus nuevas circunstancias económicas o bien porque no ven claro cómo quedará el barrio. Prefieren esperar al resultado de las urnas y a la decisión que tome el gobierno resultante para decidir si invierten o no. Al parecer, la degradación que se ha instalado en el barrio y los okupas que rodean sus propiedades no les ofrecen confianza.

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