La monumental pitada al Rey se confundió al final con los vítores a Messi. ¡Leo al poder!, gritaban casi todos mientras Artur Mas ensayaba la mejor de sus sonrisas, que es la que se parece menos a una mueca. ¿No serán estos abucheos la nueva música del himno nacional? Se lo preguntaban muchos jóvenes que asocian los acordes del símbolo musical con estos ruidos casi unánimes. Los aficionados de ambos equipos se unieron en su protesta para que Felipe VI vaya haciéndose una idea aproximada de cómo es la nación de naciones y de tribus que le espera. El joven monarca pasó un mal rato pero aguantó el tirón, ya que no hubo tiros, y el Gobierno, a través del Ministerio de la Presidencia, condenó la grandiosa pitada al mismo tiempo que manifestaba que «la intolerancia es siempre reprobable», no sin antes anunciar que se reunirá con el comité que se encarga de promover sanciones.
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