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Dos niños usuarios de 'El Arca' pintan en su sede en Nazaret.

Un premio nacional para Nazaret

El Ministerio de Educación reconoce la labor de un centro de día para niños

Carlos Garsán

Miércoles, 1 de julio 2015, 21:47

Más de 20 años de trabajo que se han visto recompensados por el mismísimo Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. La asociación El Arca de Nazaret viajó hasta la capital española para recoger el Premio Nacional de Educación 2014, que les fue concedido en la modalidad Cultura Humanística por su programa de expresión artística, una serie de talleres dirigidos a niños provenientes de familias en riesgo de exclusión. A la ceremonia, celebrada en la sede del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), acudió el director del centro, Esteban Burillo, y la responsable del proyecto premiado, Rocío Saborit.

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Pero no solo en Madrid estaban de celebración. A más de 300 kilómetros, en un local situado en la calle Ifach, educadoras y alumnos seguían con detenimiento el acto en un pequeño ordenador portátil gracias a la magia de Internet. Veloz y sin micrófono, Saborit dedicó unas palabras que supieron a gloria a los más pequeños del centro, que pasaron del pulcro silencio a la locura absoluta en cuestión de segundos. El Arca se ha convertido en su micromundo en un barrio históricamente aislado del resto de la ciudad. Con aproximadamente 6.500 vecinos, la fragilidad socioeconómica es un problema de base en un lugar donde la mitad de la población no tiene el graduado escolar. Una exclusión hasta ahora circular que quieren romper con una buena dosis de cultura y educación.

Pese a un contexto poco favorable que se ha agudizado desde la llegada de la crisis económica, a pocos metros de la puerta de entrada del centro ya se nota un cambio de dinámica. En la plaza Aras de los Olmos los adoquines tienen vida, con estrellas, corazones y hasta un sambori que ha transformado el lúgubre espacio en un parque improvisado. Su única arma, la pintura. Ya dentro de la asociación, la sala principal está presidida por una curiosa versión del Guernica de Pablo Picasso: con similares formas, pero una explosión de colores.

Aunque nació como un movimiento puramente vecinal, ahora se ha convertido en un verdadero eje vertebrador de la comunidad, un servicio que atiende a alrededor de 70 niños y niñas de Nazaret y, desde hace dos años, de La Punta, donde se trasladan esporádicamente para realizar actividades educativas. Es gracias a un proyecto de carácter artístico que se han hecho con una subvención de 10.000 euros, un alivio en tiempos en los que han tenido que apoyarse en la financiación privada ante el bajón de las ayudas públicas. "Nuestro proyecto es todo lo contrario a lo que propone la Lomce, aunque haya sido premiado por el ministerio. Trabajamos sin examen, sin estándares internacionales y nos adaptamos al ritmo de cada niño", explica Burillo. En estos meses han conocido el arte moderno, el expresionismo y hasta han realizado un cortometraje. "El objetivo no es que aprender sobre arte, sino que vean la vida a través de él". A pintar se ha dicho.

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