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La terraza de la torre de la Piscina Valencia, sin bandera. Arriba, el pasado lunes. :: damián torres

La bandera pirata es retirada de la Piscina Valencia sin hallarse rastro de los autores

El gobierno municipal afirma que entraron sin romper las puertas del recinto y el PP pide el refuerzo de la seguridad del edificio

PACO MORENO

Miércoles, 12 de agosto 2015, 00:16

Ni bandera pirata ni mástil. El Ayuntamiento retiró ayer cualquier rastro de la Jolly Roger del punto más alto de la Piscina Valencia, donde apareció el pasado domingo la conocida enseña del movimiento okupa, aunque el asunto está lejos de aclararse.

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El caso es, confirmaron ayer fuentes municipales, que no se ha encontrado ninguna puerta ni ventana abierta por donde pudieran acceder los autores del acto vandálico. Tanto la piscina como el salón de fiestas Alameda Palace tenían los accesos cerrados, como pudo constatar LAS PROVINCIAS.

El inmueble está rodeado de árboles y tiene algunas terrazas a la altura de un segundo piso, por lo que la hipótesis manejada por el Consistorio es que la entrada en el edificio municipal fuera desde el exterior, es decir, a través de algún tipo de escalada. No obstante, esto no pudo ser probado ayer en una primera inspección del recinto.

Tanto la piscina como el Alameda Palace están cerradas al público desde julio del pasado año. El anterior concesionario tenía deudas acumuladas por el impago del canon, por lo que esta mala situación financiera condujo de manera irremediable a la clausura de los dos recintos.

La retirada de la bandera estuvo acompañada por la del mástil, aunque esto último no fue aclarado ayer por el Consistorio. Las piezas metálicas se encuentran en mal estado de conservación por la falta de mantenimiento, por lo que es posible que su eliminación estuviera forzada por esta circunstancia.

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Pese a que las puertas se encuentran cerradas, en ocasiones hasta con un candado, el aspecto del interior de los dos inmuebles es deplorable. La basura se acumula por todos los rincones, lo mismo que los papeles, manteles tirados en el suelo y hasta el monitor de un ordenador en la sala de fiestas.

Todo esto puede observarse a simple vista desde las puertas principales, ambas de cristal. La maleza y la hojarasca domina en la escalera que conduce al local de un antiguo restaurante recayente al paseo de la Alameda, mientras que en la parte de la calle Muñoz Seca sí que se observan ventanas rotas y otros desperfectos en la fachada.

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El aspecto general es de abandono, pese a que fuentes cercanas al gobierno municipal indicaron que la vigilancia por parte de la Policía Local es más frecuente, dado que está cerrado al público y sin personal. En ambos casos, los concursos para adjudicar los nuevos gestores están muy adelantados, con dos ofertas para la sala de fiestas (había dos más pero renunciaron las empresas), así como otras cinco para la piscina cubierta.

La publicación en LAS PROVINCIAS de la bandera pirata motivó ayer el envío de una nota interior a la alcaldía por parte del grupo popular. El concejal Félix Crespo indica en el escrito que se personaron a las nueve y media de la mañana y que la enseña ya había sido retirada, al igual que el mástil, pero que el inmueble carecía de cualquier vigilancia policial.

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Por este motivo se destaca la «especial trascedencia de inseguridad que genera este hecho», para que el gobierno municipal aclare con urgencia cómo se ha podido colocar el distintivo okupa en la azotea del edificio del Ayuntamiento, entre otras cuestiones.

También si se ha podido identificar a los autores del acto, además de preguntar si se han producido desperfectos para acceder ilegalmente a la piscina o la sala de fiestas. Por último, se interpela sobre los medios de vigilancia dispuestos para garantizar la seguridad del inmueble y que no vuelvan a repetirse hechos como el del fin de semana.

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Requisitos del concurso

La puesta en marcha de los dos equipamientos supondrá un jugoso ingreso para las arcas municipales. En el caso del salón de fiestas el mínimo es de 150.000 euros anuales, IVA aparte, mientras que en el polideportivo las ofertas deben partir del 1% de los ingresos brutos a partir del tercer año de explotación.

El segundo ofrece facilidades dado que los ingresos son más modestos en la piscina cubierta, además de que la inversión mínima rondará los 3,16 millones de euros. Esta cifra refleja el mal estado de las instalaciones y del propio edificio, donde el pliego de condiciones habla incluso de la sustitución de la actual cubierta al contener amianto.

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No hay más que acercarse a una de las puertas de cristal para contemplar la devastación del recinto. Uno de los muretes de acceso a un sótano presenta unas grietas de tal calibre que parece completamente suelto y con riesgo de desplome.

La concesión de la sala de fiestas saldrá para un periodo de veinte años, mientras que en la piscina cubierta se plantea de 50 años, el máximo permitido por la legislación. Esto se debe a la dificultad del sector durante los últimos años, que ha registrado incluso abandono de empresas. El Alameda Palace debe estar abierto a los siete meses de la adjudicación y la piscina en un plazo más largo. En este último caso no se podrá alterar el aspecto exterior del inmueble, pese a que no se trata de un inmueble protegido.

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