P. MORENO
Domingo, 13 de septiembre 2015, 00:00
La mayor colonia de charranes de Europa ha alzado el vuelo en el Racó de l'Olla, en la Albufera. El santuario protegido donde anidan desde 1993, cuando nació esta reserva en el antiguo hipódromo de la ciudad. El concejal de Devesa-Albufera, Sergi Campillo, destacó ayer el éxito de este espacio, donde sólo está permitido el paso a los investigadores.
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El recinto se encuentra dentro del Racó de l'Olla, formado por humedales que se nutren del lago gracias a bombas que empujan el caudal. De ahí que la presencia de agua sea temporal y sólo en la época que interesa para la nidificación.
El charrán es un un ave marina de tamaño medio, más conocida como 'gavines d'albufera' y que cada año realiza una migración desde las costas atlánticas de África a los humedales de Europa, donde crían en primavera.
Campillo destacó que antes de los trabajos de restauración ambiental, los técnicos «ya observaron en los terrenos del hipódromo la presencia variada de aves», como un lugar idóneo para la cría de especies, algunas en peligro de extinción. Con sus características alas largas puntiagudas dominan el paisaje durante unos meses.
La colonia del Racó de l'Olla tiene una población de entre 2.000 y 5.000 parejas reproductoras, que pertenecen a cuatro especies distintas: charrán patinegro, común, pagaza piconegra y charrancito común. Una brigada municipal realiza trabajos de adecuación del terreno para los nidos, lo que permite que haya unas condiciones óptimas en esta zona para la cría de los charranes.
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Una vez adecuadas las islas de la reserva, el número de charranes que finalmente instalarán sus nidos dependerá de la cantidad de alimento disponible en el entorno de la reserva, dado que cada una de las especies tiene unos hábitos de alimentación propios, lo que reduce la competencia entre ellas.
La colonia de este año ha estado formada por unas 3.000 parejas, lo que supone una reducción en un tercio de los valores de años previos y un éxito de cría también bajo. Los expertos estiman que han llegado a volar algo más de 1.500 jóvenes charranes. Pero estas cifras modestas no deben ser motivo de alarma, indican, ya que estos fenómenos son propios de la naturaleza cambiante de los ambientes mediterráneos. Debido a la aparente falta de alimento, se han visto obligados a abandonar la Albufera en cuanto los pollos han sido capaces de volar, casi con un mes de adelanto.
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