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El cardenal arzobispo, Antonio Cañizares, en el Palacio Arzobispal durante la entrevista.

«Si Valencia deja de ser católica, que se pretende que lo deje, dejará de ser Valencia»

Antonio Cañizares, cardenal arzobispo de Valencia, dice que pidieron su dimisión públicamente «y todavía no ha habido una rectificación pública»

LAURA GARCÉS

Miércoles, 24 de febrero 2016, 21:30

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, lleva algo más de un año en la diócesis de Valencia. En ese tiempo el prelado que tomó el báculo valenciano el día de la festividad de San Francisco de Asís de 2014, ya ha dado a conocer las claves del camino trazado para la Iglesia. El purpurado que devolvió a Valencia la condición de sede cardenalicia ha descubierto sus inquietudes con pronunciamientos que pocas veces han pasado desapercibidos. Muchas miradas se fijan en su acción, pero ahora, en conversación con LAS PROVINCIAS, es él quien ofrece su punto de vista sobre los asuntos más diversos. Exige «respeto» para las convicciones cristianas, asegura no entender que aún no haya un Gobierno para España y al pronunciarse sobre la corrupción política habla de quiebra moral. Advierte de las amenazas que soporta la familia y apuesta por la caridad con los pobres como única fuerza capaz de alcanzar la renovación de la Iglesia.

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- ¿Qué balance ofrece de su estancia al frente de la diócesis de Valencia?

- Han ocurrido muchas cosas. En el plano diocesano he visitado gran parte de la diócesis, he estado en varios arciprestazgos, he promovido diversas acciones, sobre todo en favor de los últimos. He impulsado el Año del Santo Cáliz de la Cena y todas las semanas vienen las peregrinaciones con un número altísimo de fieles. He visto también a nuestra querida Valencia con la necesidad de encontrar caminos de futuro y de valoración positiva de lo que es Valencia. He observado excesiva crispación y también un echarse culpas unos a otros. Y eso no construye; falta unidad. Es necesario restablecer esa unidad y esa convivencia tan características y propias del pueblo valenciano. He visto también actitudes que no son las que corresponden a un país democrático, actitudes de exclusión de lo religioso, de quererlo reducir a la esfera de lo privado. Pero siempre he buscado tender la mano y hallar los puntos en los que podamos colaborar. En todo caso la Iglesia Diocesana está dispuesta a colaborar ampliamente, sin reticencias. He gozado con el pueblo de Valencia, que es un pueblo cristiano que tiene su corazón en la Mare de Déu dels Desamparats.

- Ha abogado usted por «la conveniencia para España de un Gobierno integrado por los partidos moderados y constitucionalistas». Ante las negociaciones para formar Gobierno, ¿cómo ve la situación?

No entiendo cómo no lo forman ya porque España tiene necesidad de un Gobierno. De no tenerlo, los daños que se originan son muy grandes y lo veremos en un futuro no lejano, desgraciadamente. Que dejen de mirarse a sí mismos los grupos políticos y miren el bien de España, el bien común, que no pasa sólo por gobernar, pasa por hacer.

- ¿Quién se perjudica de todo esto?

Los pobres, los que no tienen trabajo, los mayores, los jóvenes y esto me preocupa muchísimo. Mi persona constantemente es un grito para que esto acabe pronto y se encuentre esa unidad de todos por encima de todo para construir una España que sea de todos. Y no me refiero sólo al secesionismo, me refiero a la atención a los pobres, a los últimos, a la convivencia, al diálogo. Que se recupere lo que es la Constitución Española, el espíritu en que surgió y fue posible cuando en aquellos momentos el Gobierno no tenía mayoría absoluta, el de Adolfo Suárez. Lo hizo posible con diferencias muy notables y ese entendimiento y acuerdo constitucional lo necesitamos ahora. Tras aquel acuerdo, ¿qué vino para España? Progreso, paz, convivencia, diálogo, trabajo, desarrollo, una educación que respeta derechos fundamentales. Es necesario que lo recuperemos y no veo intención de hacerlo.

«La libertad de enseñanza es un derecho constitucional que obliga a todos a la derecha y a la izquierda»

  • -Ha surgido una asociación en defensa de la educación concertada. ¿La situación exigía su creación, esa defensa?

  • -Existían varias asociaciones y los 68 colegios diocesanos de Valencia. Lo que han hecho es unirse ante previsibles acciones que vayan en contra de la escuela concertada. Además, creo que la mejor acción es ofrecer una alta calidad de enseñanza, ofrecer centros que ofrezcan la educación integral de la persona, que tengan realmente una capacidad educativa muy elevada. Hace unos días les decía a los profesores de Religión de los centros públicos que hay que defender la enseñanza religiosa porque es un derecho de los padres, no es una cuestión política de un partido, ni de la Iglesia. Es un derecho de los padres, de los ciudadanos, de los chicos. Pero aparte de defenderlo, que lo haré con uñas y dientes, nosotros tenemos que ofrecer una calidad de la enseñanza religiosa y moral católicas de manera que la gente la valore como fundamental para sus hijos. Ahí tenemos un reto que hemos de garantizar.

  • -Cuando aborda la educación concertada, también plantea que peligra la libertad religiosa.

  • -En España tenemos muy mala memoria. La libertad de enseñanza es un derecho fundamental de la persona reconocido por la Constitución Española. Y ello va unido a la libertad religiosa, que supone proporcionar a todo ciudadano la posibilidad de ejercer la religión elegida libremente. La libertad religiosa va más allá de la libertad de culto, el único límite que tiene es el bien común. Pero en España la libertad de enseñanza, basada en acuerdos internacionales como el de Helsinki, obliga a todos, a la derecha y a la izquierda. Cómo ahora se pretende cercenar la libertad de enseñanza. Aquí, alguna declaración que se ha hecho, como que se ha acabado la barra libre, no tiene ninguna razón de ser. Es antidemocrático, anticonstitucional. Es contrario a la persona y acuerdos internacionales, que no son sólo con la Santa Sede, sino con todas las naciones.

- Algunas opiniones consideran que los obispos no deben pronunciarse sobre cuestiones sociales y políticas. ¿Qué dice usted?

Que así matan el Evangelio y a eso no estoy dispuesto a ceder en absoluto. El Evangelio tiene implicaciones sociales, políticas y económicas. Nadie puede decir que yo he dicho una fórmula política concreta, o que me he inclinado por este o por aquel grupo. Pero sí que digo que la fe tiene implicaciones políticas, derivadas de la caridad. Hay una dimensión de la caridad que es política. El papa Benedicto XVI lo subrayó sobre todo en su encíclica 'Caritas in veritate', pero también en numerosos discursos. Incluso tiene un libro titulado 'La caridad política'. Y esto es lo que nos falta; eso supone una visión del hombre criatura querida por Dios. ¿Vamos a mutilar el Evangelio, la persona, el bien común, el principio de subsidiariedad? Se trata de ser responsable; vivir con responsabilidad la fe, el ministerio episcopal, el servicio a la Iglesia, que es servicio a la sociedad. La Iglesia no está para servirse a sí misma, sino a la sociedad. Eso es lo que siempre se traducirá en mis acciones, artículos y homilías. Siempre.

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- La corrupción política ocupa la actualidad en Valencia por los últimos acontecimientos. ¿Qué opinión le merece?

Siempre que se trate de corrupción, hay que reprobarla. Ahora, eso indica que hay una quiebra moral muy grande, una quiebra de humanidad que se extiende como una mancha de aceite en todas las partes y esa quiebra es necesario superarla. Y no se supera desde el laicismo, no se supera yendo unos contra otros simplemente, sino desde una visión del hombre, de la sociedad donde la persona y la preocupación por los últimos ocupen el centro, donde no se busque el propio interés, sino servir al bien común. Este es un término muy poco utilizado en el ámbito social y político, pero es la clave. Cuando se mira el bien común por encima del particular, entonces este se considera dentro del bien común y no se perjudicará a nadie, pero tampoco se favorecerá a unos en detrimento de otros.

- Ante la corrupción, ¿se actúa con suficiente contundencia o la sociedad reclama más?

La sociedad es muy. Cómo diría para no herir a nadie. Se escandaliza de unas cosas y de otras no. El tema de la corrupción es quiebra de humanidad y ante eso hay que salir al paso. Hemos perdido sentido moral, nadie sabe ya lo que es bueno y lo que es malo. Hay un relativismo feroz y esto sigue inculcándose y contra eso la sociedad no contesta, se lo traga. Y es necesario que se dé cuenta. Hay que luchar contra la corrupción a todos los niveles, como es necesario luchar contra la crisis económica, que no es simplemente de economía; es de visión del hombre. Lo que veo también es que la nuestra es una sociedad desmoralizada por falta de principios. Son necesarios principios sólidos. Que en estos momentos nadie se escandalice de que mueran al año tantos seres inocentes no nacidos, que en un Estado de Derecho no se les dé derecho ni defensa a seres que son humanos, me parece que indica lo que decía don Julián Marías: el crimen mayor de la humanidad y la destrucción de humanidad más grande que ha ocurrido en la Historia.

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- En distintas ocasiones ha hablado del difícil momento que atraviesa la familia, ¿la considera amenazada? ¿Por qué?

Sí, cuando hay leyes prodivorcistas tan laxas, una familia que no está protegida suficientemente en derechos como la vivienda o la educación. También cuando se está difundiendo una visión de la sexualidad que destruye al hombre y la grandeza y belleza de la sexualidad que tiene su lugar en el matrimonio. Cuando se equiparan al matrimonio uniones que no son matrimonio porque la verdad es la unión entre el hombre y la mujer abierta a la vida por amor. Todo eso son amenazas muy grandes. Y no es cuestión de ideología, sino de lo que corresponde a la verdad de la naturaleza del hombre. La última de las grandísimas amenazas es la ideología de género, ello significa que no hay varón ni hembra. Es lo que uno elige, la libertad omnímoda. Ante esto no hay posibilidad de considerar los fundamentos en los que se asienta la persona. Ahí no cabe Dios porque es el hombre y su libérrima decisión. La ideología de género es la más radical y contraria al hombre de la Historia. Más incluso que el marxismo, aunque tenga orígenes marxistas.

- El acalde de la ciudad, Joan Ribó, recibió a los jóvenes del encuentro Taizé, ¿fue una muestra de entendimiento por parte del Ayuntamiento?

Por parte nuestra el entendimiento nunca ha faltado. Por parte del Ayuntamiento se lo pregunta al Ayuntamiento. No siempre hemos encontrado esa reciprocidad en algunos sectores, en otros absoluta. Querían que me marchase de Valencia. Pidieron mi dimisión públicamente y todavía no ha habido ninguna rectificación pública. Eso, ¿qué indica? Por nuestra parte está la casa abierta, pero esperábamos que esa misma actitud se viera reflejada en el Ayuntamiento. Hay que colaborar porque todos estamos al servicio de la ciudadanía.

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- La ausencia de la Real Senyera en la catedral, retirada de símbolos cristianos en el cementerio, ausencia de autoridades ...

Todo el mundo debe darse cuenta de que estamos en un país no laicista, sino no confesional. Que no se confunda laicismo con aconfesionalidad. Esa es la incultura y la ideología que domina estas maneras de pensar. Respecto a la Senyera, ¿cómo voy a suprimir el Te Deum, dar gracias a Dios porque se mantenga la fe en Valencia? Cómo no voy a pedir, como he hecho, que la Virgen del Puig sea copatrona de Valencia porque en El Puig es donde arranca el Conquistador para que Valencia recupere su tradición cristiana. El día de la patria valenciana, había que dar gracias. Trajeron la Senyera de Lo Rat Penat, pues muy bien. No vino la del Ayuntamiento, lo respeto; de hecho, después fui a la bajada de la bandera del Ayuntamiento. Respecto a la retirada de símbolos hubo una rectificación. Yo no quiero conflictos, pero que me respeten. Exijo respeto a las convicciones morales y católicas que configuran también la idiosincrasia de un pueblo.

- Muchas veces reivindica la presencia pública de la fe. ¿Qué importancia tiene para la fe y la cultura mantenerla?

Pongamos una manifestación que está en el corazón de Valencia, la Virgen de los Desamparados. La gente de los pueblos viene a Valencia y antes de hacer sus compras visita a la Virgen. ¿Eso se puede quitar, se puede hacer de manera que la gente poco a poco deje de tener devoción a la Virgen? He dicho de España que si deja de ser católica dejará de ser España y si Valencia deja de ser católica, que se pretende que lo deje, dejará de ser Valencia. ¿Quién es el enemigo, la Iglesia?

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El Gobierno habla de recuperación económica, pero hay muchas familias que no pueden decir lo mismo. ¿Cómo responde la Iglesia, qué mensaje transmite?

El mensaje se ve en las pastorales: el amor con predilección hacia los pobres está en la sustancia de la caridad y la caridad es el amor de Dios, que tiene predilección por los pobres y los últimos. Por eso no es opcional en nuestra diócesis. Lo he dicho desde el primer momento y lo repito. La semana pasada en la toma de posesión en la RACV me centré en santo Tomás de Villanueva porque marca por donde ha de venir la renovación de la Iglesia, que o se renueva por la caridad con los pobres o no se renovará nunca. Lo dijo el Concilio Vaticano II y lo está diciendo el papa Francisco. Y la Iglesia hace muchas cosas, como habilitar viviendas para refugiados, gente sin hogar, madres solteras. Un porcentaje elevado del presupuesto de la diócesis se destina a los pobres, aparte de la partida de Cáritas. No vamos con palabras, tampoco aireamos lo que hacemos. Tal vez habría que hacerlo, airearlo más .

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