R. V.
Lunes, 18 de abril 2016, 23:29
Whatsapps y correos relacionan al actual arzobsipo de Barcelona, Juan José Omella, en la trama que acabó con el cese del obispo valenciano Manuel Ureña como obsipos de Zaragoza, tal como informó ayer 'El periódico de Aragón'. Según la información publicada en el periódico aragonés, un watsapp de Juan José Omella decía que «ya sé que no paráis en la recogida de datos. Ánimo, va todo por lo que veo por buen camino. Seguid así. Ojalá logremos sanearlo todo. Un abrazo».
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'El Periódico de Aragón' sostiene en su información que ese mensaje iba dirigido a Roberto Ignacio Ferrer, vicario Judicial del Tribunal Interdiocesano de 1ª instancia de Zaragoza. El mismo periódico señalaba también que en la fecha de ese mensaje faltaban 12 días para que la persona mencionada, la notaria de dicho tribunal, María del Carmen Amador y el sacerdote y profesor del Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón, Antonio Mas, remitieran sus informes al papa Francisco.
Esos informes, según señala el rotativo aragonés en la noticia publicada ayer, se planteaban denunciando la forma de dirigir la diócesis que tenía Manuel Ureña. Cuando había pasado mes y medio de aquello el prelado valenciano fue cesado como arzobispo de Zaragoza. También apuntaba 'El periódico de Aragón' en su noticia que esas tres personas fueron los primeros purgados por el arzobispo que sucedió a Ureña, monseñor Vicente Giménez.
El mencionado periódico asegura que de los whatsapp se deduce que Ureña tuvo a varias personas que intentaron apartarle de la diócesis de Zaragoza y afirma 'El Periódico de Aragón' que entre ellos se encontraba Omella. También sostiene ese periódico que el actual arzobispo de Barcelona en su momento aspiraba a ser arzobispo de Zaragoza.
Final de la trayectoria
Manuel Ureña, que nació en Albaida el 4 de marzo de 1945, accedió al arzobispado de Zaragoza en 2005 tras ser obispo en las diócesis de Cartagena-Murcia e Ibiza. En noviembre de 2014 presentó su renuncia al arzobispado de Zaragoza por motivos de salud. Ureña reveló que ya havía presentado meses atrás su renuncia al papa Francisco, que la aceptó. En la actualidad, algunas fuentes consultadas por LAS PROVINCIAS apuntan que reside en Valencia.
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Con anterioridad trascendió que Ureña había indemnizado con 105.000 euros a un diácono con la excusa de no poderle ordenar sacerdote. El prelado de origen valenciano trató de zanjar el asunto con una reparación económica. La solución disgustó a la Curia romana.
La mencionada indemnización se elevó a 60.000 euros, cifra que se completó con otros 45.000 que fueron a parar a Hacienda. Algunas fuentes explicaron que esa indemnización la planteó para que el joven diácono pudiera retomar su formación para una profesión después de que el arzobispo había decidido no ordenarle. Todo pudo llevar a forzar la dimisión del entonces arzobispo que estuvo al frente de la diócesis aragonesa en torno a nueve años.
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