La ciudad que esconde la Seo de Valencia

La catedral acoge en el subsuelo calles romanas, una iglesia visigoda y una mezquita

Paco Moreno

Domingo, 22 de mayo 2016, 22:14

¿Qué hay debajo de la catedral? Esa es la pregunta que asalta a los aficionados a la historia de Valencia después de observar las imágenes de los restos romanos y medievales destapados con motivo de la remodelación del museo de la Seo. Responder a esa cuestión obliga a internarse en un terreno donde la certeza se confunde con la intuición por la poca constancia que hay de otros hallazgos en épocas pasadas, aunque las intervenciones en el entorno sí que permiten trazar un callejero casi completo.

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Las calles, casas y hasta rejas de la Valencia imperial se han encontrado a tres metros de profundidad, en la parte de la Seo que recae a la calle Barchilla. Pero hay otra ciudad anterior, la republicana, en un estrato inferior. «Puede haber restos en esa zona, pero no han bajado» para encontrarla, relata Albert Ribera, arqueólogo del Ayuntamiento de Valencia.

El experto desempolva carpetas de los años 80 y 90, donde guarda trazados de esa parte de la ciudad dibujados a plumilla, hipótesis que poco a poco fueron convirtiéndose en hechos. «Todo lo que está punteado es que se tiene constancia», indica del callejero que tiene su epicentro en la Almoina. Esta pequeña plaza puede considerarse el inicio de la búsqueda del plano de la ciudad antigua, donde ahora se añadirá con puntos la calle de la Seo.

Ribera tiene otras certezas respecto al subsuelo de la catedral, donde se sitúa la iglesia episcopal visigoda. Algunos elementos se encuentran en la exposición de la Almoina y en la cercana capilla-cárcel de San Vicente, pero buena parte de la nave se interna por debajo de la Seo, en dirección a la plaza de la Virgen.

¿Qué podría encontrarse en caso de excavar? Es un enigma, lo mismo que ocurre con la mezquita musulmana posterior, donde sí es seguro que el acceso que mira a La Meca (el minrab) se situaba en el lugar donde ahora se levanta la bella portada románica de la Seo. «De ahí hacia adentro», precisa el arqueólogo coordinador de la excavación de la Almoina, considerada algo así como el tesoro madre de donde nacieron todos los mapas y teorías de las ciudades antiguas.

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Ribera está seguro también de que en la plaza del Arzobispado no se encontrarían restos de esa época medieval, precisamente porque en esos años nació como espacio público. Lo mismo que la aseveración de que es mucho más sencillo predecir descubrimientos de la ciudad romana que de las posteriores, auténticos callejeros anárquicos, donde las edificaciones tenían como premisa aprovechar construcciones anteriores. Por ejemplo, el baptisterio y el mausoleo de la iglesia visigoda se sirvieron de las sólidas piedras de la Vía Augusta.

Quizás los primeros visitantes que bajen a partir del día 7 al subsuelo del Museo Diocesano se lleven una ligera decepción, al comprobar que sólo hay piedras. Pero basta con pensar que sirvieron para que los habitantes del siglo I caminaran por esos pavimentos. Entonces surgen las emociones.

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Pequeños fragmentos donde todavía se desconoce si se han encontrado utensilios, monedas o cualquier herramienta de aquella época. Los gobernantes de la catedral están desvelando el futuro museo y su contenido por etapas y hasta el mismo día de su apertura no se sabrá si hay más sorpresas.

De esos pedazos de historia salen en muchas ocasiones los más fantásticos edificios. La mejor demostración se encuentra en lo que ocurrió hace años con el propio Ribera. La 'Guía del Centro Arqueológico de l'Almoina', editada por el Ayuntamiento en 2010, de Ribera, Isabel Escrivà y José Vioque, y una de las referencias para elaborar el gráfico adjunto, incluye una detallada descripción del circo romano que iba desde la sede de Comisiones Obreras, en la plaza Nápoles y Sicilia, hasta el Colegio del Patriarca.

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Gracias a una decena de hallazgos que afloraron en otras tantas excavaciones, el arqueólogo fue capaz de dibujar un recinto donde cabían 10.000 espectadores, un aforo mayor a la población que habitaba Valencia en el siglo II. El último descubrimiento, clave por completar el conjunto, fue un tramo de la spina junto a la capilla de Santa Bárbara, en la iglesia de San Juan del Hospital, en Trinquete de Caballeros.

Pero para esbozar los enigmas que hay en el subsuelo de la catedral no es necesario irse tan lejos. La estructura principal de la Seo se levantó entre los siglos XIII y XV, por lo que hay numerosos testimonios en los alrededores más próximos de edificaciones anteriores.

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Sirva como anécdota que el proyecto elegido por el Colegio de Arquitectos en 1999 para remodelar la plaza de la Reina y que ahora ha retomado el Ayuntamiento se llama Titolivio.es, que toma el nombre del famoso historiador romano. La iniciativa de los arquitectos Miguel del Rey, Íñigo Magro y Antonio Gallud incluye la excavación y posterior excavación de los restos encontrados junto a la catedral, en la parte que va desde la calle Barchilla hasta las inmediaciones de la puerta de los Hierros. Además, se basa en el perímetro de la muralla romana republicana para delimitar una de las zonas de la pretendida plaza, que ahora los técnicos municipales deben proyectar.

Ribera indica también trabajos realizados como en la calle Subida del Toledano, donde se levantó durante unos años un edificio efímero junto al actual en ruinas, llamado Casa del Relojero. El Plan de Protección de Ciutat Vella prevé un inmueble de nueva planta, donde cerca del 40% del solar quedará como un patio interior visitable. Con seguridad, a la hora de acometer las obras aparecerán restos de la Valencia antigua. En caso de que pertenezcan a la urbe visigoda o musulmana, el desorden está asegurado.

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En la parte opuesta, el libro titulado 'Los primeros obispos de Valencia', publicado por el Ayuntamiento, también de Ribera aunque en esta ocasión con Miquel Rosselló, muestra la fotografía de la excavación realizada en 2002 con el hallazgo del muro septentrional de la catedral visigoda. La intervención se realizó con precisión milimétrica y los fuertes cimientos están justo en el centro del enorme agujero, con un trazado que apunta a la girola, la parte trasera del altar mayor de la obra de arte convertida a su vez en una sucesión de estilos arquitectónicos que nacen en el gótico y acaban en el neoclásico.

Pero si hay algo seguro a la hora de apuntar los restos que hay debajo de la Seo, eso es el trazado de la ciudad imperial. Los agrimensores romanos eran gente muy seria, que no permitían grandes modificaciones sobre el manual establecido pese a las sucesivas destrucciones de la ciudad, todas reflejadas en el centro arqueológico de la Almoina, donde en uno de los paneles se comenta incluso que era lo normal.

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La catedral visigoda se encuentra debajo de la Seo actual, en la parte norte, mientras que debajo de la primera estaba la Basílica romana. Parte de este inmueble puede verse en la exposición de la Almoina. Los estratos continúan hasta el nivel estéril, que esta zona llega a varios metros de profundidad.

Algo más al norte, los cimientos de la Basílica se asientan también con seguridad sobre restos de época romana, en especial el foro y otros espacios públicos. Durante la restauración del inmueble mariano se realizaron varias catas que destaparon muestras de pavimento. Incluso se barajó un proyecto de recorrido abierto al público por el subsuelo de la plaza de la Virgen, algo parecido a lo que acabó siendo la Almoina a mediados de la década pasada y con el riesgo de que la excavación se alargara lo mismo. Por ese motivo y la falta de financiación se descartó la iniciativa. Habrá que esperar a ver si en el interior de la catedral sucede lo mismo cuando se realicen nuevas intervenciones.

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