ÁLEX SERRANO
Miércoles, 8 de junio 2016, 00:04
El sótano del nuevo Museo Catedralicio Diocesano permite, en apenas una sala, visitar la Valentia romana, conocer los fundamentos visigodos, ver restos de la mezquita islámica y adentrarse en la medieval iglesia de San Pedro, levantada en el siglo XIII, desde donde un cráneo mira al visitante con sus ojos huecos desde hace casi 800 años. El Cabildo Catedralicio presentó ayer las obras del museo, que ponen así punto final a un año y medio de trabajos de restauración, arqueología y construcción en la Catedral de Valencia.
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El cardenal arzobispo Antonio Cañizares bendijo la nueva instalación, «que necesitábamos y que viene, además, en el tiempo adecuado y nos muestra esas raíces cristianas a las que Valencia se ha mantenido fiel, y eso es memoria histórica» porque, según indicó el purpurado, «conservar las raíces es conservar la memoria, y un pueblo sin raíces está perdido y Valencia quiere tener futuro».
El museo museo abrirá sus puertas al público mañana, miércoles, y su visita estará incorporada a la visita general a la Catedral con horario de lunes a sábado, de 10 a 18.30 horas, y los domingos y festivos, de 14 a 18.30 horas. Expone al público más de 300 obras de arte, algunas por primera vez como la versión de «La Zingarella» de Antonio Allegri da Correggio, del siglo XVI, o los relicarios de la Corona de Aragón, dos de las piezas favoritas del canónigo conservador del Patrimonio Artístico de la Catedral y director del museo, Jaime Sancho.
Con la restauración «se ha conseguido la funcionalidad necesaria que merecía el museo y hacer visitable el subsuelo», al tiempo que el espacio expositivo resulta «complejo y fracturado, y no neutro» de forma que «la obra se va adaptando al lugar», según el deán presidente del Cabildo de la Catedral, Emilio Aliaga.
Asimismo, Sancho hizo hincapié en que el museo «no es muy grande, porque toda la Catedral es un gran museo, pero sí es exclusivo porque muestra piezas que sólo se pueden ver aquí». El nuevo museo «mueve a la sensibilidad del espectador, incluso estando vacío» y las obras «ahora se ven de otra manera porque entra luz, se ve el espacio exterior y las otras arquitecturas, algo diferente al museo anterior», según el arquitecto conservador de la Catedral, Salvador Vila Ferrer, que precisó que los hallazgos en el subsuelo hacen que sea «un libro abierto para nuevos historiadores e investigadores».
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Además del recorrido expositivo por el museo, que cuenta en esta nueva etapa con tres plantas, el visitante podrá ver elementos arquitectónicos que han sido recuperados, como el espacio que ocupó la «Llibreria dels Borja» y su columna helicoidal, del siglo XV, además de muros y contrafuertes, un arco de la parroquia de San Pedro y restos del primitivo campanario de la Seo, del siglo XIII.
Entre estos hallazgos destacan, igualmente, los restos arqueológicos encontrados en las excavaciones realizadas bajo la Catedral, a tres metros de profundidad, donde han aparecido casas de una calle romana, de entre los siglos I y II, y restos de otras edificaciones, que podrán ser recorridas en un itinerario iluminado en la planta inferior. Se incluyen enterramientos medievales, restos de calles romanas a apenas dos metros de la superficie o muros pertenecientes, con toda probabilidad, a la mezquita musulmana sobre la que se construyó la Catedral.
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El nuevo museo brinda la oportunidad de ver la escultura de la Virgen María con el Niño, restaurada hace dos años, que ha sido bajada de la puerta de acceso a la capilla del Santo Cáliz y que ahora se sitúa junto a las imágenes originales de la Puerta de los Apóstoles, de principios del siglo XIV, en la sala superior del museo. Una réplica de la imagen de la Virgen se colocará en su lugar.
El recorrido cronológico comienza en la planta superior, donde el ala más cercana al muro de la Capilla del Santo Cáliz, que ahora se puede contemplar en su totalidad, está dedicada al arte gótico de los siglos XIV y XV. Presiden la sala la Virgen gótica, los Apóstoles y la columna.
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También en esta planta se sitúa la sala del «Tesoro», dedicada a la orfebrería, con un contrafuerte del s. XIII, que exhibe las escasas piezas conservadas del relicario de los Reyes de Aragón, que Alfonso el Magnánimo depositó en la Catedral en 1437. Las salas dedicadas al Renacimiento ofrecen una visión de los muros del s. XIII y la fábrica superpuesta, y muestran obras, del siglo XV y del XVI, de autores como Filipo Paolo de San Leocadio.
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