Rafa Muñoz
Martes, 5 de julio 2016, 21:28
El pasado fin de semana la Policía Local de Valencia cerró varios locales de ocio nocturno en la plaza del Cedro y la avenida de la Plata. Estos establecimientos acumulaban denuncias por causar molestias vecinales, según informó el lunes el Ayuntamiento de Valencia.
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En el barrio de Ciutat Jardí los vecinos están hartos de estos problemas. En la zona de la plaza del Cedro se puede ver en los balcones de algunas fincas carteles que claman por el derecho a dormir y el fin del botellón.
Siempre ha habido mucho ruido, la gente sale muy bebida y siempre han habido peleas; estas zonas, que son parques infantiles, las están utilizando para hacer botellones, explicó Claudia Caicedo, vecinoa del barrio.
La policía cada vez que viene hace su función, separando gente cuando hay peleas, dispersando, pero la cuestión es que sigue otra vez, y la presencia policial existe, pero hacen hasta donde pueden, agregó.
Hay veces que son las tres de la mañana y te despiertan; yo no tengo que ir a trabajar, pero hay gente que se va a las siete de la mañana, o antes, y necesitan descansar; encuentro muy bien que los bares, que son negocios, tengan que tirar para adelante, pero hasta una hora prudencial, comentó Pepe Alepuz, vecino del barrio.
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En la misma línea se expresó Carlos Rodríguez, también vecino del barrio de toda la vida. La situación era horrorosa, no se podía dormir los fines de semana; no sólo por el ruido de los establecimientos, de la gente que salía o entraba, sino de los botellones, que están más incontrolados, señaló.
Que haya tomado por fin cartas en el asunto el Ayuntamiento después de muchos años denunciando la situación me alegra muchísimo, opinó respecto a los cierres del pasado fin de semana. Hay dos principios; uno a largo plazo, que es el de la educación; y otro más inmediato, que es el de la vigilancia continua en estos sitios donde se han ido concentrando muchos locales, añadió como posibles soluciones.
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Esta situación salpica siempre a los empresarios que, como José Cabrera, cumplen las normas a rajatabla. Su negocio, Café Lola, lleva en el barrio desde 1987. Se trata de cumplir, simplemente, nuestras obligaciones y derechos; lo principal es intentar ser otro vecino más, como hemos sido nosotros, ser un vecino más, en cuestión de ruidos, de cuidar el barrio, y de todo, aseguró.
A los que no molestamos esto nos salpica, pero no nos dicen nada porque no nos saltamos nada; los vecinos saben quién se preocupa por no molestar, y quién no, concluyó José Cabrera.
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