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ÁLEX SERRANO
Miércoles, 17 de agosto 2016, 20:11
Lo cierto es que ha de declararse afortunado quien consiga una foto de la plaza de la Reina sin un autobús por delante. La fachada principal de la Catedral de Valencia, ahora sin andamios ni árboles por delante tras una obra de varios años, cada vez tiene menos obstáculos que empañen su vista, así como el Micalet, pero aún perduran los autobuses que se detienen en la parada de la plaza. En total, ocho líneas que causan un trasiego constante de vehículos hasta la plaza, convertida en una gran rotonda debido a la entrada al aparcamiento.
El proceso participativo que pondrá en marcha el Ayuntamiento de Valencia a partir del próximo mes de septiembre no lo llevará directamente el Consistorio tras las quejas de los vecinos al proceso de la remodelación de líneas de la EMT. En este caso, las concejalías de Movilidad Sostenible y Urbanismo le han encargado a la entidad Encajes Urbanos, formado por arquitectas valencianas y catalanas, que lleven a cabo el proceso vecinal. Para ello, ya han comenzado a concertar entrevistas con agentes sociales y vecinales del centro de la ciudad para recabar sus opiniones al respecto del proyecto de Miguel del Rey presentado a finales de los noventa a un concurso de ideas.
Ahora, cuando el Ayuntamiento está en las puertas de comenzar un proceso participativo dirigido por la asociación Encajes Urbanos y encaminado a repensar la plaza de la Reina, LAS PROVINCIAS ha preguntado a comerciantes, turistas o taxistas cómo quieren que sea la plaza del futuro. Y aunque hay opiniones para todos los gustos la mayoría de los encuestados coinciden en lo mismo: «No puede seguir siendo una gran rotonda para autobuses y coches».
Aunque los comerciantes hacen hicanpié en la necesidad de que los autobuses sigan llegando hasta la plaza de la Reina (no solo los de línea, también los turísticos), son conscientes de que el trajín de vehículos en la plaza «ha de terminar». Así lo asegura María, dependienta de un establecimiento situado en la plaza de Santa Catalina, entre la calle de la Capellería y la misma plaza de la Reina, que explican que los turistas lamentan «que haya siempre tantos autobuses por la zona». La plaza de la Reina cuenta, además, con varios jardines centrales que ahora están infrautilizados. «Ahí solo entran los que salen de los autobuses, en la parada», explican desde un local de comida rápida frente a estos jardines. En esa parada se detienen ocho líneas: la 4, la 8, la 9, la 11, la 16, la 28, la 70 y la 71. La idea del Consistorio es modificar el número de líneas que acceden hasta el centro de la ciudad gracias a un sistema de intercambiadores en la plaza de la Porta de la Mar que se pondrá en marcha este otoño. En una segunda fase, habrá intercambiadores también frente a Capitanía, al inicio de la calle de la Paz.
También preocupa a los taxistas, evidentemente, el futuro de la parada de taxis situada en el punto norte de la plaza. Con la remodelación que pondrá en marcha el Consistorio no está claro dónde se ubicará. «A nosotros que nos lo digan claro porque algo tendremos que decir, ¿no?», se preguntaba Marcos, un taxista que esperaba en la parada. «Lo que está claro es que si todo esto lo quieren hacer peatonal, nosotros no cabemos aquí, esto está claro», aseguraba otro conductor, de nombre Hamed.
La base de esta remodelación será el proyecto ganador del concurso de ideas planteado por el Colegio de Arquitectos en 1999. Está firmado por Miguel del Rey, Antonio Gallud e Ignacio Magro y un jurado compuesto por el que fuera presidente del Colegio de Arquitectos de Valencia, Rafael Moneo, Juan Navarro Baldeweg, Francisco Mangado, Román Jiménez y José María Sancho lo declaró ganador. El proyecto preveía el traslado del acceso al aparcamiento subterráneo, la apertura de una cripta para contemplar los restos de la muralla romana junto a la Seo y un frondoso palmeral en la parte más cercana a la calle San Vicente Mártir. Los accesos al aparcamiento subterráneo serán lo que más polémica despertará, a tenor de lo que propietarios de locales en la calle del Mar, por donde saldrán los coches del aparcamiento, aseguraron ayer. «No vamos a dejar que pasen por aquí, esta calle es muy tranquila y la van a convertir en una carretera con cientos de coches al día», explicaba el dueño de un restaurante situado en esa vía.
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