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Lopez Lomong, antes de su conferencia en Valencia. :: j. signes
Lopez Lomong, de niño perdido del Sudán a atleta

Lopez Lomong, de niño perdido del Sudán a atleta

El mediofondista imparte una conferencia de motivación tras haber sido secuestrado por una guerrilla en su país natal durante la infancia

IRENE CALVO

Jueves, 20 de octubre 2016, 19:34

«Sé ambicioso, sueña a lo grande y no mires atrás». Son las palabras que eligió este martes Lopez Lomong, el atleta estadounidense abanderado en los Juegos Olímpicos de Pekín, en su discurso en el Palau de les Arts Reina Sofía para difundir valores como el compromiso o la superación durante el congreso Randstad Valores , destinado a la motivación de las personas en el ámbito empresarial. Su conferencia cobró fuerza por proceder de un deportista de élite que ha tocado el cielo a pesar de haber descendido al infierno al vivir y sobrevivir a la guerra civil de su Sudán natal.

Ahora Lopez Lomong tiene 31 años y se dedica a correr en la pista olímpica, «como he hecho siempre» asegura, solo que en escenarios diametralmente opuestos a lo largo de su vida. En su infancia corrió porque «con solo 6 años unos soldados me secuestraron a mí y a otros niños durante la guerra de Sudán» y huir fue la única alternativa para escapar de una muerte segura. «Comíamos granos totalmente rebozados de arena y aparecían cada día niños muertos por eso», revela. Tres días y tres noches fue el tiempo que este ahora atleta estadounidense y otros tres niños algo mayores que él, «los tres ángeles que me ayudaron a escapar de la cautividad y me animaron a seguir corriendo», realizaron su carrera hasta que llegaron al campo de refugiados de Kakuma, en Kenia.

Allí, algo más alejado de la guerra aunque no del horror de la hambruna, también correr fue su salvación. «Corría 20 kilómetros diarios para jugar a fútbol y engañar al hambre», una habilidad que entonces le valió para ganarse el cariñoso mote de Lopepeen Kakuma, «que significa muy rápido», señala. Diez años de hambre y desesperación vivió Lomong en el campo de refugiados de Kenia, pero en el 2001 volvió a encontrar el calor de una familia, aunque no de la suya biológica, que adoptó en Estados Unidos a este superviviente deportista.

Con 16 años Lomong supo por primera vez qué era un supermercado, donde «me quedaba fascinado viendo que había comida por todas partes, ¡incluso una sección para comida para perros!», relata. También descubrió entonces qué era un instituto y allí destacó por su talento para correr. «Yo quería jugar al fútbol también,pero me dijeron que me iban a dar una chaqueta del equipo de atletismo y me apunté», cuenta; una decisión que le ha llevado a conseguir un «sueño» en otro tiempo «inimaginable»: ser corredor olímpico y «haber sido el abanderado de Estados Unidos en Pekín en 2008».

Ahora, Lomong sigue soñando aunque confiesa que a veces aún cree que su nueva vida sólo puede ser un «sueño» del que despertará y tiene aún dos objetivos. El primero, «competir en Tokyo 2020»; y el segundo, y más importante, «seguir contando mi historia para dar a conocer y concienciar sobre el contraste entre África y Occidente».

Testimonios como el de este atleta estadounidense son los que definen el espíritu de la iniciativa 'Randstad Valores', enmarcada, según revela Raquel Larena, directora general de marketing y comunicación de Randstad, en «una responsabilidad social corporativa cuyo objetivo es proveer reflexiones, inspiraciones y herramientas útiles a empresarios y también trabajadores que ayuden a gestionar un equipo». Estos testimonios refuerzan valores como el compromiso o la superación, «que contribuyen a imprimir liderazgo a las empresas» asegura Larena, sobre todo cuando además proceden de un superviviente que recuerda que al éxito también se puede llegar desde la adversidad.

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