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Á. SERRANO / L. SORIANO
Sábado, 24 de diciembre 2016, 19:43
Los vecinos de plaza de España pasaron ayer una noche infernal. El motivo fue un inmenso macrobotellón conformado por cientos de estudiantes que disfrutan hoy de su primer día de vacaciones. Las discotecas del entorno de la calle Pelayo y de la calle San Vicente Mártir concentraron a cientos de personas en los jardines centrales de Ramón y Cajal, entre la plaza de España y la calle Historiador Diago.
Los residentes en la zona lamentaron las molestias provocadas por los jóvenes, que pasaron la noche «gritando y cantando», explicó una vecina de un portal situado entre la calle Jesús e Historiador Diago. «Mi cama da al parque y no he pegado ojo en toda la noche, es horrible», lamentó esta vecina, que confirmó que llamó a la Policía Local en varias ocasiones sin que las patrullas hicieran acto de presencia.
Según ha podido saber LAS PROVINCIAS, la policía sabía de la existencia del macrobotellón. «Hay varias patrullas en la zona», según informaron desde la sala central a los vecinos. Sin embargo, la masiva afluencia complicaba el desalojo. Así lo confirmó la concejal de Seguridad Ciudadana, Anaïs Menguzzato, que pidió ayer más colaboración a los agentes sociales para enfrentarse al botellón. «Necesitamos una estrategia integral, la policía no puede decirle a la gente que se vaya de la calle si no está armando mucho escándalo», indicó la edil.
Los residentes lamentaron que no es la primera vez que se da esta situación «y nadie hace nada para evitarnos otra noche en vela». Los servicios de limpieza, por su parte, se afanaron a primera hora de la mañana en limpiar y adecentar la zona.
En la Cruz Cubierta y el bulevar Sur también notaron el efecto del botellón. Según explica el presidente vecinal, Elías Sánchez, «durante unos meses habíamos tenido un nivel más bajo de molestias, pero el jueves volvió el escándalo al barrio».
Según detalla, los jóvenes acuden a una discoteca de la calle San Vicente, «y cuando se hacen las seis y media de la mañana, se monta el lío». Argumenta que «a esas horas se ponen a chillar, a dar patadas a los contenedores, a tocar el claxon».
También indica que en Tomás Sala, «se trapichea con droga entre los contenedores y hay broncas». Sánchez teme que este fin de semana se acreciente el problema y, por eso, exige «más presencia policial porque las patrullas tienen un efecto persuasivo». Los vecinos también se cuestionan si en estos puntos de ocio se está rebasando en ocasiones el aforo.
Los residentes del Cedro aseguran que también han sufrido los efectos del botellón. Según detalla la presidenta, Concha Arriete, el jueves no se podía estar en el barrio. «Tuvimos un escándalo nocturno bestial. Incluso hacían ruido tocando el tambor», describe. Además, tienen miedo de que estos incidentes se repitan todo el fin de semana y piden «más presencia policial y más limpieza. Si se baja la guardia, tenemos otra vez el problema montado».
En punto céntrico como Convento Jerusalén, aseguran que los botellones y el ruido ya son algo habitual. «Todos los fines de semana tenemos jaleo. No es sólo el ruido que se escucha, es cómo amanece el barrio al día siguiente», explica Emilia Torres, presidenta de la asociación Barrio de Jerusalén.
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