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Aparcar en el carril bus por la noche: la tabla de salvación del ocio nocturno en Valencia

Aparcar en el carril bus por la noche: la tabla de salvación del ocio nocturno en Valencia

«Cuando no pueda aparcar aquí, no vendré a cenar», lamentan los usuarios del carril bus como parking nocturno

ÁLEX SERRANO

Domingo, 2 de abril 2017, 21:00

Llenan la gran vía, aparcados a ambos lados como enormes filas de hormigas. Son miles de coches, más de 2.200 según el Ayuntamiento, que esperan en el carril bus a sus dueños y que no impiden circular a la EMT. Tienen los días contados, porque el Consistorio anunció el jueves la decisión de prohibir esta modalidad de aparcamiento, que el concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, tilda de «excepcionalidad» pero que data de 1999, en todas las calles donde circule el bus nocturno, y de reducir el periodo en que sí se puede estacionar en las calles donde esté permitido de 22.30 a 7 horas. Entonces, miles de personas se enfrentarán a una decisión: ir o no ir a Valencia, ir o no a cenar al centro. Así al menos se desprende de una noche a pie de carril bus, sobre los nocturnos que recorren la ciudad y en las zonas de ocio del centro de Valencia, que permite comprobar lo muy utilizados como aparcamiento que son los carriles bus, sobre todo en la zona centro de la ciudad.

Predomina la incomprensión entre los conductores. No entienden por qué se ha empeñado el Consistorio en una medida que se encontró el viernes con la oposición férrea de asociaciones de vecinos, hosteleros, locales de ocio, pubs, oposición en el Ayuntamiento e, incluso, el PSPV, socio de Gobierno de Compromís en el tripartito que rige los designios de la ciudad. «No, yo la semana que viene no vengo. En cuanto se ponga en marcha no vengo», dice Raúl, que deja el coche en Marqués del Turia junto a su novia. Son de Benifaraig y aseguran que se quedarán en algún centro comercial de los alrededores de Valencia, donde el aparcamiento es gratuito. «No entiendo nada, ¿a quién hace daño esto?», se pregunta antes de perderse en Conde Altea.

El Ayuntamiento responde que a los autobuses nocturnos. Y al taxi. Y a las personas con movilidad reducida, y a los invidentes, y a las personas mayores. Las mismas, estas últimas, que han protestado en masa contra la decisión de Grezzi de retirar la parada del 11 en el centro de especialidades de Pintor Salvador Vilar. Pero eso, como se suele decir, es otra historia. Estos son los colectivos en los que se escuda el Consistorio para tomar una decisión que se antoja impopular a tenor de la contestación social que ha recibido. Pero, ¿de verdad molesta tanto a los autobuses nocturnos?

Es viernes. O jueves. O sábado. El día en realidad no importa. Mario, nombre figurado porque no desea dar su verdadera identidad, dirige uno de los autobuses de la N1 que recorren Valencia, entre la plaza del Ayuntamiento y el Marítimo. Él es, quizá, una de las pocas notas discordantes en el colectivo de conductores de la EMT, en su mayor parte muy favorables a la decisión. «Es una de las pocas cosas en las que estaremos de acuerdo con el concejal», dicen fuentes de los trabajadores. Mario ve la prohibición, dice, «una tontería». «Sí, es un poco más difícil, pero solo tienes que sufrir un rato», explica, mientras se detiene lejos de una parada en la avenida de Aragón. «Nosotros dejamos de pasar pronto», comenta Mario.

En realidad, los autobuses nocturnos de Valencia, el único transporte público en la ciudad de madrugada junto a los taxis (a la eterna espera del metro 24 horas, que tienen otras ciudades como Madrid o Barcelona... que también disponen de los millones del contrato programa, en realidad), dejan de pasar a la 1.30 o 2 horas. En cada parada, evidentemente, a una hora distinta. En total, son entre cinco y seis los trayectos que se hacen cada noche por cada una de las doce líneas nocturnas, y llegan a La Torre o Benimàmet, pero no a Manises, Ribarroja, Benifaraig, Llíria, Torrent, Alboraya o Alaquàs, por nombrar solo algunas de las localidades desde la que llegan buena parte de los clientes de los bares, restaurantes, pubs, discotecas o locales de ocio del centro de la ciudad, la zona más afectada por la prohibición.

Quejas en los bares

Para los propietarios de los bares y restaurantes situados en los alrededores de las grandes vías, sobre todo en la zona de Cánovas o en el barrio de Ruzafa, la prohibición les va a ahogar. Así al menos lo aseguraron el viernes y así lo confirmaron por la noche, en el recorrido por las zonas de ocio que efectuó este periódico. «Muchos de nuestros clientes vienen de los pueblos de alrededor y si no vienen...», dice Elena, encargada de un local en la plaza de Cánovas. Deja la afirmación en el aire, como si temiera terminarla.

¿Qué alternativas de aparcamiento tienen, como insisten tanto Ribó como Grezzi? Pocas. La realidad es que pocas. Hay varios aparcamientos en los alrededores de zonas como las grandes vías o de Cardenal Benlloch, donde aparcan cientos de coches de personas que acuden a disfrutar del ocio nocturno que brindan lasa plazas de Xúquer u Honduras, cierto, pero la realidad es que buena parte de estos locales cierran los fines de semana. Podrán abrir ahora, sí, pero la verdad es que como siempre, aunque el Consistorio está convencido de que el previsible aumento de la demanda les motivará a hacerlo. No deja de ser un deseo, apoyado, aseguran desde Movilidad, en varias reuniones con los operadores de los aparcamientos privados de toda la ciudad que se han expresado en este sentido.

Por el momento, la realidad es que los restaurantes y bares de las zonas más afectadas temen que los clientes acudan a otros puntos de la ciudad donde encontrar aparcamiento sea más sencillo. Temen, sobre todo, los grandes centros comerciales que, en muchas ocasiones, ofrecen varias horas de aparcamiento gratis. «Nos van a matar entre todos. Entre el Ayuntamiento, los centros comerciales y la propia crisis... nos van a destrozar. Ya se está notando y cuando la gente no pueda aparcar en el carril bus se va a notar más». Habla así Vicente, nombre figurado también, que posee un restaurante en una de las calles del barrio de Gran Vía.

La realidad es que, tal como están las cosas, el carril bus y las plazas de aparcamiento que ofrece por la noche son la única alternativa para cientos de personas cada día, sobre todo los fines de semana. Está por ver cómo se desarrolle la medida y las cuentas del ocio nocturno cuando se ponga en marcha la prohibición que, previsiblemente, entrará en funcionamiento el 10 de abril.

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