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Fallece Sebastián Tabernero Capella, presidente de la Asociación Viktor E. Frankl

Abogado de familia perteneciente a la estirpe de juristas con grandes inquietudes humanísticas

agustín domingo moratalla

Lunes, 1 de mayo 2017, 08:43

Hace unos días tuve el privilegio de pasar un rato en la UCI del nuevo hospital La Fe con Sebastián. Llevaba varias semanas en coma y apenas reaccionaba a los estímulos de quienes le cuidaban. Sus primas me concedieron la posibilidad de hablar de nuevo con él y aproveché el rato para lo mucho que aún esperábamos de él. Aunque no se lo crean reaccionó a mis palabras y puso todas sus energías para mover unos milímetros los párpados. Aunque no se lo crean, hay conversaciones que se realizan sin mediar palabra y esa fue una de ellas. Fue un buen abogado de familia y pertenecía a la estirpe de juristas con grandes inquietudes humanísticas. Además de estudiar Psicología y Filosofía, se doctoró con una valiosa tesis sobre la Ética de Viktor Frankl.

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Desde que le conocí como presidente de la Asociación Viktor Frankl comprobé su ilusión, entusiasmo y servicialidad. También formaba parte de la junta del Ateneo y era un personaje muy conocido en la sociedad civil valenciana por las numerosas actividades y obras que emprendió. Además de la publicación de su tesis en la editorial Samaruc (2016), se empeñó en la publicación de un libro con testimonios y documentos sobre su hermano Serafín, primer responsable de las fraternidades marianistas y toda una institución en el Colegio del Pilar. No paró hasta que la Fundación Santa María lo editó porque estaba convencido del bien que podía hacer el testimonio y compromiso de su hermano.

Ahora que Sebastián acompaña a Serafín en la casa del Padre solo nos quedan palabras de agradecimiento ante tanto bien recibido por de ellos y su familia. Además de las fraternidades, la sociedad civil valenciana tiene una deuda pendiente con ellos. La Asociación que presidió, el Ateneo y sus amigos nos hemos comprometido para mantener viva su memoria. Quizá era eso lo que me pedía cuando movía aquellos pesados párpados.

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