LOLA SORIANO
Miércoles, 17 de mayo 2017, 19:45
No es normal lanzar la basura por la ventana sin mirar dónde cae o dejar caer un colchón desde un cuarto piso, pero ese es el día a día que están tendiendo que soportar los residentes de un bloque de viviendas de las Casitas Rosa, en el barrio de la Malvarrosa.
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Los vecinos de toda la vida de las calles Padre Antón Martín y Pedro Velasco, a un paso de la avenida de Tarongers y la avenida Malvarrosa, están realmente angustiados de ver cómo la población marginal que ha ido llegando a estos bloques de viviendas están convirtiendo la convivencia en algo imposible. «Vemos a diario cómo abren las ventanas desde varios pisos y tiran al patio interior de la finca todo lo que ya no les sirve. Cuando te descuidas, está todo lleno de bolsas de basura y eso es un foco de atracción para ratas e insectos», lamenta una vecina.
Otra joven residente con niños pequeños argumenta que «no podemos bajar al patio porque nos pican todos los bichos que hay por aquí. Se acumula suciedad y es un foco de insalubridad. Además, está plagado de gatos, algunos enfermos, que se han adueñado de la zona».
Pero la basura no es lo único que lanzan los residentes incívicos que han ido llegando a esta zona de la Malvarrosa ya de por sí machacada por otros problemas como la venta de droga en plena calle. «Hemos llegado a ver como tiran desde los balcones colchones. Cuando les apetece o los orinan los hijos, los tiran sin ningún reparo y no hay manera de hacerlos entrar en razón», explica otra residente que lleva cuarenta años viviendo en este bloque.
De hecho, ayer mismo había una veintena de colchones acumulados entre matorrales que servían de cama a la población felina y no faltaban carros de supermercados, ropa en desuso, un sofá y hasta una motocicleta tirada en el suelo.
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Los vecinos explican que la Policía Local ya ha visitado la zona para conocer el problema y también son conocedores en Servicios Sociales, «pero nos han dicho que como es un patio interno, que es cosa de los vecinos. Nosotros sólo hacemos que limpiarlo, pero la gente incívica del bloque sigue ensuciándolo todo».
Ante esta situación, exigen la mediación de la Policía y de Servicios Sociales «porque esto no ha y quién lo solucione. En alguna ocasión incluso hacen peleas de gallos». En bloques contiguos hay vecinos que explican que la población marginal que ha ido llegando a las viviendas «no paga la comunidad y no se puede vivir tranquilo». Los residentes añaden que incluso tienen problemas de alcantarillado.
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El problema de salud pública que es más que patente en el patio interior de estas viviendas también es evidente en las calles, donde es común ver barbacoas nocturnas, sofás, sillas, ropa y juguetes rotos. A pesar del refuerzo de limpieza, la basura está por doquier.
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