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P. MORENO
VALENCIA.
Viernes, 13 de diciembre 2019, 00:41
«Hemos sido muy felices en esta tienda». Manuela, Nela para sus clientes, baja mañana por última vez la persiana de su comercio en la esquina de la plaza de la Reina con la calle San Vicente Mártir. Con 73 años, viuda desde hace dos y sin relevo generacional, toca descansar y «mirar hacia adelante», como comenta mientras se dirige al popular establecimiento, uno de los más conocidos de Valencia en la venta de abanicos.
«Mi marido tenía pasión por ellos», explica sobre este artículo, uno de los más característicos y por el que se conoce al comercio. Gonzalo falleció hace dos años y ahora apenas reconocería el local después de tener diez días colocado el cartel de liquidación. «Ya no queda casi nada porque este punto es tan bueno que lo han comprado casi todo», afirma sobre lo que le queda a la venta. Además de los abanicos, también paraguas, mantones de Manila, mantillas y otros artículos.
Con el cierre de Nela acaba una saga de comerciantes que hunde sus raíces en el centro de Valencia. «La familia de mi marido tenía un comercio junto al Miguelete, el Diluvio, aunque cuando pensaron que iban a derribar la finca compraron otro bajo en la calle San Vicente». En los dos casos, los negocios han cambiado ya de actividad, lo mismo que ha pasado con la tienda de los padres de Manuela, en la cercana calle Mariano Benlliure.
En 1934 abrieron dos negocios en lo que hasta mañana será Nela. «Las abrió Don Germán y mi marido y yo la compramos hace ya 41 años», explica, al recordar que ya se habían convertido en un único local. El negocio ha sido más que familiar, dado que uno de los empleados está desde hace medio siglo en la casa y otra lleva unos cuarenta años. Manuela habla continuamente de las horas que requiere este tipo de comercio. «Es mucho trabajo», asegura mientras acaba de arreglarse y se dirige hacia la tienda.
El perfil del cliente ha cambiado lógicamente con el paso de los años. «Primero venían sobre todo de los pueblos y en los últimos años hemos ofrecido más productos para turistas», apunta. La plaza de la Reina es uno de los lugares de más tránsito de visitantes y eso tiene también reflejo en los pequeños comercios de la zona, que se han ido transformado de manera paulatina.
La plaza registrará el año próximo una remodelación integral, con la eliminación de las zonas abiertas al tráfico salvo un vial perimetral para vehículos de servicio y emergencias. Quedará todo peatonal con más arbolado y zonas de descanso. La previsión es que las obras duren más de un año, dado que también afectará al aparcamiento subterráneo. Entonces, el diseño de los arquitectos José María Tomás y Antonio Escario ya no convivirá con Nela en una de las esquinas más destacadas de la plaza porque Manuela tiene también derecho a descansar.
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