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Lola Soriano Pons
Valencia
Lunes, 28 de abril 2025, 00:16
La primera línea de la playa el Cabanyal se está transformando, justo a un paso del local de moda de la Fábrica del Hielo y ... enfrente de la fuente del paseo marítimo que recuerda las típicas barcas de los pescadores, con chorros de agua que simulan una vela.
Ese cambio se está produciendo en primera línea de la playa que pintó Joaquín Sorolla. Donde había casas-taller en desuso relacionados con oficios marineros, como los calafates (carpinteros de ribera o constructores de barcos), 'velamens' (creadores de velas), herreros o familias que secaban pescado (capellanets), ahora se levantarán dos edificios, uno con vistas al mar en José Ballester Gozalvo (antes Pavía) y otro a Eugenia Viñes, con doce viviendas a cada calle.
Ahora las máquinas están removiendo tierras y en la valla se publicita la promoción 'Mare Nostrum', de Pitman Inversiones Inmobiliarias (Manuel Broseta) con proyecto de Murad García Estudio y comercializado por Olivares, con el anuncio de 24 viviendas de uno y dos dormitorios y plazas de garaje.
Si bien no figura precio, al parecer podrían rondar los 450.000 euros. Los edificios constan de planta baja y dos alturas y se prevé terminar la obra en dos años.
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Antes la manzana tenía al menos ocho propiedades. «Estaba la herrería de Enrique Balaguer; Rafael Estrela que era velamen de profesión y lo conocían como 'El regalao'; José Galindo; mi abuelo Enrique Rams, que era conocido como el hijo del 'burches' porque su padre fue capitán de draga en el puerto y le pagaban en dobletes de oro e iba a trabajar en calesa; el carenero de Melchor Ballester; Martorell y Carabal; Bautista Alabau, que hacía cajas de pescado y los hermanos Torán, que secaban bacalao».
Eran concesiones que la Comandancia de Marina dio a los calafates en 1928, dueños de las edificaciones (vuelo), pero no del suelo. Con el cambio del dominio marítimo-terrestre, el Gobierno lo cedió al Ayuntamiento en 1990.
Estos últimos años el promotor fue comprando propiedades y llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento para adquirir el suelo por 576.000 euros en pagos fraccionados a cinco años, tal como se publicó en 2024 en los medios.
Lo que casi nadie sabe es que fue en una de esas casas-taller, donde el artista que mejor supo captar la luz, Joaquín Sorolla, dejaba a buen recaudo los cuadros que tenía en proceso de creación, puesto que los custodiaba Enrique Rams Mestre, 'mestre d'aixa' (calafate), que tenía el carenero o taller donde construía y reparaba barcas para los pescadores.
La historia la desvela a LAS PROVINCIAS José Francisco Rams, delineante proyectista, diplomado en diseño gráfico, acuarelista y presidente de honor de la Agrupación de Acuarelistas Valencianos, nieto del calafate que custodiaba en su casa las obras en las que trabajaba Sorolla.
Como describe Rams, «Sorolla pintaba en la playa entre la acequia de Pixavaques (ahora calle Pintor Ferrandis) y la acequia del Gas (o d'En Gasch), hasta Las Arenas. En ese tramo estaban los 'mestres d'aixa' (calafates) con sus barcas y cerca estaba la Casa dels Bous, con los bueyes que sacaban las barcas a la mar».
«Sorolla pintaba cerca de donde mi abuelo construía las barcas y le preguntó si podía dejar en el carenero, que era el patio donde hacia las barcas, material como pinceles, caballete o la obra que estaba pintando en ese momento, para no tener que llevárselo cada vez a casa», indica.
Relata que «cuando los niños veían llegar a Sorolla le decían que era el 'retratero'» y uno de esos muchachos fue inmortalizado por Sorolla en el cuadro 'Chicos en la playa', el niño rubio que sale en primer plano y que se llamaba Bernabé Evangelista (1900-1996) y además, los padres de este niño conocieron a los hermanos Benlliure, porque eran vecinos y amigos.
«Tanto yo como Bernabé pertenecíamos al Círculo de Bellas Artes y salíamos a pintar. En momentos de asueto hablamos y lo publiqué en la revista de los acuarelistas. Me contó que de pequeño sus padres le regalaron un block y lápices y un día Sorolla lo vio llegar y dijo: 'recollons ya está açí la competencia'».
Rams añade que Sorolla «lo pintó junto a sus dos amigos que salen en el cuadro, José Senent y Pascual Gimeno, y me decía que el 'rubiet' del cuadro era él». Y le comentó la curiosidad de que los niños «llevaban bañadores, pero los pintó con el culo al aire». Años después su abuelo custodió un caballo de cartón que los fotógrafos utilizaban para ganarse un sueldo haciendo posados en la playa.
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